XVI BENDITA LA COMPASIÓN POR VUESTROS HERMANOS EN DESASTRE Y CALAMIDAD
Hay algo, Criatura muy Mía que a veces olvidan, que viven sin ello, que en este siglo vuestro han descartado como cosa del pasado, como algo anticuado y cuya palabra pronunciada ya es extraña a vuestro vocabulario y es la palabra Compasión.
Pensadlo, meditad en ello, porque, Pequeños, no importa cuánto os golpeáis el pecho y cuánto proclaméis que Me amáis, si no os conmovéis y hacéis lo que está a vuestro alcance por aliviar el sufrimiento de vuestros hermanitos en calamidad, de nada os servirán vuestras palabras, ¿lo comprendéis?
Yo no soy Padre que gusto que Me reciten Mi Evangelio, sino de que lo practiquen y de que sean El Evangelio mismo encarnado, como lo fue, como lo es Mi Amadísimo Hijo Jesucristo, ¿lo podéis comprender?
Si hasta ahora os habéis limitado a hablar de Mi Hijo, ahora os exhorto, Mis Pequeños, a que lo imitéis.
¿Qué no veis a Mi Santo Papa Francisco cómo él mismo encarna –hacer carne, Mis Niños, eso es lo que “encarna” quiere decir- el mismo Evangelio, y vosotros creeréis que Yo Me conformaré con una religiosidad mediocre en estos tiempos en que no hay más que Hijos de Dios e hijos del mal. Esa religiosidad mediocre no os será suficiente para llevaros hasta el Final Glorioso, sino que os quedaréis por el camino porque aún cargáis con el fardo del mundo y tenéis una mano libre para vuestro Dios, pero la otra fuertemente asida al mundo orando por ser excepción y que la purificación no pase por vuestras casas.
Os lo repito: Dedicaos con ambas Manos a Mí y dejad de preocuparos por lo terrenal que es lo que la paja al fuego.
Dejad ya esa religiosidad aparente y mediocre en la que más os ocupáis de lo que tenéis, que de lo que debéis ser. ¿Lo comprendéis?
Vosotros sois ya Mi Resto Fiel y Santo, pero el camino se angosta a cada momento y vosotros os debéis ajustar a ello. No creáis que sois excepción. Tenéis Mi Santa Protección, pero debéis hacer con conciencia estas obras de amor que tanto requieren Mis hijitos en estos tiempos en que el amor se ha enfriado y son pocos, muy pocos, los que extenderán una mano hermana en ayuda. Si no lo hacéis vosotros, Mis Pequeños, ahora ¿quién lo hará?
¿Dejaréis que vuestros hermanitos en necesidad caigan en desesperación porque nadie los ayuda? y cuando claman por ayuda al cielo Yo, Vuestro Padre, toco vuestros corazones para que vayáis prestos en su ayuda y si vosotros no lo hacéis, Mis Pequeños creen que no los escucho? Y no es así, pero si
Mis ovejas no responden al llamado y no acuden al auxilio de Mis ovejas…
Os lo ha dicho Mi Amadísimo Hijo Jesucristo, y os lo reipto: No hay regalo más grande para el Cielo que ayudar a una ovejita en necesitad y traerla de regreso al Padre.
Os lo digo: vosotros sois, en tierra, Mi Santa Voz y Mi Mano que auxilia y no los dejéis sin ello que de vosotros depende el futuro de muchas de Mis ovejitas. ¿Lo comprendéis, Mis Niños de Mi resto fiel?
Vuestro Padre que os Ama,
HDDH
(Octubre, 06)
Año del Señor 2013
Y María del Getsemaní
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