Santos y poderosos son tus designios Señor. Yo Jesús, os hablo.
Nadie que quiera emprender alguna obra debe hacerlo si no está seguro que esa obra la quiere Dios, o de lo contrario serían obras personales que aunque buenas, pueden ser buscarse a uno mismo. Yo, Jesús, os hablo.
Toda obra inspirada por Dios viene cargada de contradicciones que la asientan en la fe y la perseverancia y, la hacen dificultosa para que la persona que la emprende confíe solo en Dios y no en ella misma. Por eso hijos, no debéis llorar, ni preocuparos más de lo debido cuando las cosas os salgan mal. Debéis seguir adelante pues en todo obstáculo hay que confiar en que Yo saldré al frente de todo, cuando lo crea oportuno o necesario.
La obra que inspiro vale lo mismo si esta anegada en dificultades que si todo sale bordado. Por eso, hay que seguir adelante en todo momento y estar alerta aunque todo salga muy bien, porque el tropezón por ser confiados puede ser mortal para la obra y malograrla. Es lo mismo que cuando conducís, no porque la carretera sea excelente debéis relajaros y bajar la guardia, porque en la carretera puede haber algún animalillo que se cuele o algún obstáculo que os haga voltear el coche. La vigilancia mientras conducís deber ser exhaustiva sin confiar ni en la buena carretera, ni en la ausencia de circulación en la misma. Yo, Jesús, os hablo.
Yo Soy el Autor de toda obra divina. Yo, la dispongo, la dirijo, la hago avanzar o la paro, pero como esas son Mis disposiciones, son efectivas tanto en un momento como en otro, en una circunstancia como en otra, lo que hace falta es que no desertéis y confiéis ciegamente en Mí. Yo, Jesús, os hablo.
Y como la obra la dirijo por medio de Mi Santo Espíritu, debéis estar muy atentos a lo que recibís en la oración, en el silencio, en la lectura espiritual o en la Sagrada Escritura, porque El también os habla por medio de todas estas cosas. Yo, Jesús, os hablo.
¡Animo pequeñuelos Míos! Que nadie mejor que Yo conoce vuestras limitaciones, deseos e intenciones, pero tenéis que confiar en Mí que os amo y que todo lo dispongo para vuestro bien y gloria de la Santísima Trinidad. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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