Jesús dijo a sus discípulos:
«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,
y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.
Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.
Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»
San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir
Los efectos de la paciencia, 13.15
En otro pasaje, Pablo enseña lo mismo a los justos que trabajan para fructificar los dones de Dios, granjeándose así frutos más abundantes en el cielo...: “Siempre que tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos y especialmente a los hermanos en la fe. No nos cansemos de hacer el bien” (cf Gal 6, 10.9) ...Y cuando Pablo habla de la caridad añade la paciencia y la perseverancia: “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia..., no se irrita ni lleva cuentas del mal...; Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta” (1Cor 13,3-7). Así demuestra que el amor es capaz de perseverar hasta el fin, porque soporta todo.
Todavía en otro pasaje dice: “Sed humildes, amables y pacientes. Soportaos los unos a los otros con amor. Mostraos solícitos en conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad que es fruto del Espíritu” (Ef 4,2-3). El apóstol nos enseña aquí que los hermanos no pueden guardar la unidad ni la paz si no se animan mutuamente a soportarse y si no guardan el vínculo de la concordia por medio de la paciencia.
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