YA ES TIEMPO DE QUE VOLTEEIS HACIA EL CIELO!!
DIOS PADRE SE MANIFIESTA
Mensaje del 4 de Marzo de 2014
Mensaje de Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María a J. V.
Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.
Sobre: No estáis viviendo en el bien y no estáis recibiendo las bendiciones de Nuestro Dios, estáis viviendo en el mal y estáis recibiendo las maldiciones de satanás.
Hijitos Míos, os he dicho que el mal os iba a cubrir, el mal está cubriendo la Tierra. Se os dijo que el mal iba a caminar por vuestras calles y ya, humanamente no lo ibais a poder detener. Las mismas autoridades se han corrompido, se han unido con el mal y vosotros, humanamente, no podéis detenerlo porque no hay autoridad que os respalde y os proteja.
Todo esto os lo repito, Mis pequeños, porque ya es tiempo de que volteéis hacia el Cielo. Sois Mis hijos, Soy vuestra Madre, La Siempre Virgen María y Yo os estoy protegiendo, os estoy cuidando del mal, pero todavía vosotros estáis confiando en vuestras propias y pobres fuerzas. Queréis todavía componer algo, de lo cual vosotros ya sois incapaces de poder componer, de poder luchar contra ello. No os respaldan vuestros propios hermanos que tienen la autoridad, debéis voltear al Cielo, para que de ahí os toméis, Mis pequeños.
Ciertamente, la maldad que estáis viendo y estáis viviendo os supera por mucho y, así es satanás, estáis viviendo realmente su maldad, os está superando su maldad y no veis cómo salir de ella y esto ya se os había avisado, Mis pequeños, y no habéis querido poner vuestra parte para remediar todo esto para que el mal no os siga atacando de la forma como os está atacando y que, todavía, os puede atacar mucho más fuerte.
Se os ha dicho que satanás os supera a vosotros en fuerza, pero nunca va a superar a las Potencias del Cielo, por eso es tiempo ya de que volteéis al Cielo, os unáis en oración y de ésta forma podáis vencer a las fuerzas de satanás que os quieren destruir, que quieren acabar con vosotros, física, espiritualmente, en todos sentidos, para que vosotros volteéis hacia el Cielo y blasfeméis contra Nuestro Dios y Señor, que Él no tiene culpa en todo esto. La culpa la tenéis vosotros que habéis querido obrar con vuestras propias fuerzas y os habéis apartado del bien, os habéis apartado de todo aquello que os podía mantener en paz, en armonía, en amor, cuidándoos vosotros como verdaderos hermanos.
Vosotros tenéis la culpa de lo que estáis sufriendo, porque no habéis querido vivir como Mi Hijo os vino a Enseñar. Si Mi Hijo os trajo la Enseñanza del cómo vivir el Cielo en la Tierra, vosotros mismos hicisteis a un lado toda ésa Enseñanza, que, si la hubierais seguido, mantenido, cuidado, ahora estaríais felices, estaríais gozando el Cielo en la Tierra, porque estaríais viviendo lo que Él os enseñó, pero no, vuestra maldad, vuestra soberbia vuestra negligencia hicieron a un lado todo lo que Mi Hijo os enseñó.
Quisisteis hacerle caso a lo que satanás os estaba dando y lo aceptasteis a él y a sus consejos y, ved ahora cómo estáis. El mal nunca os va a dar un bien y, si os lo da, es momentáneo, para atraeros, para haceros caer en la tentación, apartaros de Dios y luego, que os hace caer, os destruye, que es lo que estáis viviendo ahora.
Se os han dado los remedios necesarios para vencer al mal y, esto es la oración pero, aún así, la gran mayoría de vosotros no creéis que esto sea un remedio eficaz y seguís con vuestras tonterías y negligencias. ¿Hasta cuándo entenderéis, Mis pequeños? ¿Hasta cuándo entenderéis que, solamente vosotros, a través de la humildad, reconoceréis que habéis caído, que estáis en contra de las Enseñanzas de Mi Hijo y de los Preceptos del Padre, para que volváis al bien y recuperar lo que el Padre os dio desde un Principio?
Habéis hecho caer vuestra propia maldición sobre vosotros, y llamo a esto maldición, porque preferisteis al mal y el mal es una maldición, en vez de las bendiciones que podríais haber tenido continuamente, que os da el Padre, en Su Divina Providencia, cuando Le seguís, cuando Le obedecéis, cuando os comportáis como verdaderos hijos de Dios.
En estos momentos no sois verdaderos hijos de Dios, la gran mayoría de vosotros os habéis hecho a un lado de los Mandamientos, de la vida de la Gracia, de la vida de los Sacramentos, del Amor que debéis vivir unos con otros.
Estáis cayendo en el mal que vosotros mismos os habéis impuesto. No estáis viviendo en el bien y no estáis recibiendo las bendiciones de Nuestro Dios, estáis viviendo en el mal y estáis recibiendo las maldiciones de satanás.
Meditad esto, Mis pequeños y recordad, vosotros podéis evitar todo esto que os está atacando y apabullando, solamente con regresar al estado de Gracia, a la oración y a los Sacramentos. Vivid en el bien, vivid en el amor pero en el amor, que os enseñó Mi Hijo, y satanás inmediatamente será acabado.
En vosotros queda que podáis resolver vuestra propia problemática, que afecta al Cielo, porque Nos duele ver cómo vosotros estáis caídos y sufriendo, ya que, tontamente, no os queréis levantar con los remedios que se os dan.
Gracias, Mis pequeños.
Segundo Misterio. Habla la Santísima Virgen María.
Sobre: La Enseñanza que os quiero dar, en éste momento, es el que pidáis vosotros la fortaleza para éstos tiempos que se acercan.
Hijitos Míos, como Madre vuestra, que Soy, también os tengo que educar. Mis pequeños, cuando la Santísima Trinidad Me constituyó, Me regaló con infinidad de bendiciones, dones, virtudes, Gracias especiales. Iba Yo a ser la Madre del Salvador y tenía Yo que Ser de una Hechura especial para poder albergar en Mi Vientre a Mi Dios, a vuestro Salvador. Yo tenía que Ser un Ejemplo inmensamente grande ante los hombres y, además, un ejemplo también ante Mi Dios, en Su Santísima Trinidad. Fui el vínculo entre el Cielo y la Tierra, Mi Dios depositó en Mi Vientre a vuestro Salvador, Yo lo traje hacia vosotros, Lo entregué al Mundo.
Imaginad, Mis pequeños, Mi gozo, pero también el compromiso tan grande. Como os dije, estaba Yo y sigo estando dotada de todas la Virtudes en su máximo grado.
En la Enseñanza que os quiero dar, en éste momento, es el que pidáis vosotros la fortaleza para éstos tiempos que se acercan, porque Yo tuve que tener una gran fortaleza al saber que Yo tenía que entregar a Mi Hijo a los verdugos. Ciertamente, al traerLo a la Tierra, Yo Me estaba comportando como una sacerdotisa, que entregaba a Mi Pequeño Hijo, a Nuestro Dios, al Mundo, el Cordero que se daba por vuestra salvación, por la purificación de toda la maldad, presente, pasada y futura. Un sacerdote, Lo ofrece también en la Santa Misa, en la Eucaristía, pero Yo fui la primera sacerdotisa en entregar a Mi Hijo en oblación a los hombres.
Saber cómo iba a ser dañado por los hombres, luego por los mismos fariseos y escribas y al final por los verdugos encargados de ése asesinato horrendo. Fueron deicidas, ellos, sin saberlo, porque eran romanos, pero eran deicidas los fariseos y escribas, que sí sabían perfectamente que era el Mesías, pero que no Lo quisieron aceptar. Un gravísimo pecado. Y Yo, Mis pequeños, con la fortaleza que solamente Me podía dar Mi Dios, pude soportar todos Sus años sobre la Tierra, sufriendo interiormente el cómo, a todo un Dios, se Le ofendía, no se Le aceptaba, se Le atacaba. Los que en un momento Lo aceptaron y seguían, ellos mismos, en otro momento, vociferaban que se Le crucificara y Yo tenía que estar soportando todo esto y ofreciéndoseLo al Padre.
Sufría con Mi Hijo y sigo sufriendo, Mis pequeños, han transcurrido más de dos mil años y sigo sufriendo. Cómo es posible que se Le quiera destruir a Quien es todo Bien, a Quien es Todo Santo, a Quien se dio por vuestro bien, por vuestra salvación sin pediros nada, simplemente, que os amarais los unos a los otros. ¿Acaso esto se os hace malo?
¿Se os hace malo el que os améis, el que se os pida un bien, sabiendo que si seguís ése bien recibiréis grandes bendiciones del Cielo y que viviréis mejor?
Cierto es que se le elimina a aquel personaje que está haciendo el mal. Las autoridades eliminan a aquellos hermanos vuestros que han hecho graves males, asesinatos, maldades, que superan a veces vuestra imaginación. Podríais decir que ellos se merecen que se les quite la vida, pero Yo os pregunto, ¿y Mi Hijo, qué mal os hizo, qué mal os hace, qué mal ha hecho?, ¡ninguno!, Mis pequeños, ninguno, puro Amor, pura comprensión, puro cariño, toda Su Vida fue de puro bien. ¿Por qué Le quitaron la Vida y por qué vosotros mismos, ahora, Lo seguís haciendo a un lado y no queréis Su Vida, no queréis estar con Él, no aceptáis Sus Enseñanzas?, ¿qué mal os ha hecho? Ninguno, Mis pequeños. Ya es la maldad que traéis en vuestro corazón y todo por no dejar que las Enseñanzas de Mi Hijo anidaran en vuestro corazón, crecieran y dieran fruto. ¿Qué mal os ha hecho Mi Hijo y Sus Enseñanzas? Ninguna, Mis pequeños. Si vosotros hubierais seguido Sus Enseñanzas, hermanos seríais alrededor del mundo, no habría fronteras, os amaríais los unos a los otros, gozaríais inmensamente de los bienes que Nuestro Dios os estaría enviando continuamente.
Continuamente os está llamando para que regreséis al bien, y vosotros no hacéis caso. Ningún mal habéis recibido de Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, ningún mal os aconsejó Mi Hijo que hicierais. Todo fue puro Bien, todo fue puro Amor, ¿por qué estáis peleados con la bondad, con el Amor, con la hermandad? ¿Os dais cuenta que el error viene de vuestro corazón? ¿Os dais cuenta que todo lo que tenéis a vuestro alrededor es vuestra culpa? De Mi Hijo no puede salir ningún mal, porque es el Dios de la Bondad, es el Dios del Amor, es el Dios de la Vida y vosotros tenéis todo lo contrario en vuestro corazón, porque le habéis abierto las puertas, de par en par, a la maldad de satanás.
¿Acaso de satanás habéis recibido algún bien? Él no es el dios providente que os da todo, él no os da los alimentos que coméis, la vida que tenéis, el amor que gozáis pero, que pocas veces utilizáis y transmitís. De satanás solamente obtenéis el mal que os rodea, el mal con el que atacáis a vuestros hermanos, el mal que destruye, que asesina, que mata, que mata no solamente el cuerpo, sino también el alma. Ése es el mal que vosotros estáis siguiendo y consintiendo, acrecentando y manteniéndolo vivo en vosotros y en la sociedad, porque no hacéis nada para combatirlo.
No combatís el mal que tenéis en vuestro interior, no combatís el mal que está a vuestro alrededor. Al mal lo debéis de combatir con el bien, con vuestra pureza de intención, con el estado de Gracia, con los buenos deseos, con la ayuda que le deis a vuestros hermanos, con amor. Ésa es la repuesta a vuestros males, el amor, el amor con el que podáis ayudar a vuestros hermanos, pero sobre todo, con el amor que debe anidar en vuestro corazón porque si no tenéis amor en vuestro interior, no podéis darlo a los demás. Así que empezad, Mis pequeños, con vosotros mismos, cerradle las puertas a la maldad, a satanás, que os rodea y que os sigue poniendo tentaciones, a la maldad que habéis acrecentado. Debéis detenerla ya, porque estáis viendo que vosotros, con lo que habéis hecho, no os ha llevado a nada bueno. Tenéis el mundo que vosotros hicisteis crecer, alimentasteis, cultivasteis y os dio mal resultado seguir lo que satanás os aconsejaba.
Ahora debéis seguir lo que Mi Hijo os pidió, que os amarais los unos a los otros, que sacarais de vuestro corazón, vicios, maldades, errores, muerte, todo aquello que os lleva a la obscuridad y maldad de vida.
Vosotros sois luz, fuisteis creados para dar luz y producir amor, está en vosotros lograr éste cambio interno con Nuestra ayuda, pedídMela, Mis pequeños, para que Yo interceda por cada uno de vosotros, para que Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, cambie en vosotros todo lo que es negativo, en amor, porque lo que es positivo solamente puede venir de Nuestro Dios.
Si no hay humildad en vosotros, no puede haber nada bueno, la humildad es la llave que abre la puerta a todas las bendiciones de Nuestro Dios. Pedidla, PedídMela, para que Yo abogue por cada uno de vosotros, sed sencillos, humildes, y alcanzaréis la santidad de vida.
Gracias, Mis pequeños.
Tercer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo y Dios Padre.
Sobre: Espero solamente vuestro “fiat”, que es vuestra donación total a Mi Voluntad total, para que podáis recibir innumerables bendiciones, dones, capacidades extraordinarias para poderMe servir mejor ante vuestros hermanos.
Hijitos Míos, estando aquí en la Tierra, para empezar Mi Evangelización, escogí a un pequeño grupo, Mis apóstoles, Mis discípulos. Un pequeño grupo y no era de lo mejor que se podía haber escogido, y todo esto era para mostrar a la gente de ése tiempo y, posteriormente, a la humanidad del futuro, que no tengo preferencias, todos vosotros estáis llamados a ser discípulos. Es vuestra obligación, Mis pequeños, si realmente Me amáis, si realmente queréis vivir en el Amor, transmitir el Cielo a vuestros hermanos.
Mis Palabras, Mi Ejemplo, Mi Vida, fue Vida de Cielo. Mis apóstoles fueron enseñados a vivir el Cielo en la Tierra, ciertamente, se les dieron capacidades especiales a través de Mi Santo Espíritu, para que pudieran, después, transmitir todas las Enseñanzas que les di y todo lo que Me vieron hacer, a todo el Mundo.
Ciertamente, los grandes regalos espirituales, se les dan a las almas que muestran y demuestran que son confiables para la transmisión de la vida espiritual.
Ciertamente, se les dieron dones sobrenaturales, grandes milagros hicieron ellos, tuvieron una vida extraordinaria aquí en la Tierra, pero fueron preparados para ello, porque Me dieron su “sí”, su “fiat”, aceptaron seguirMe, tomaron Mi llamado como algo serio y se les dieron grandes bendiciones.
Vosotros estáis llamados a lo mismo, Mis pequeños, espero que Me deis vuestro “fiat”, para que vosotros también recibáis infinidad de regalos sobrenaturales. Pero no se os dan para que vosotros presumáis de ellos y os vanagloriéis de tenerlos, porque son un regalo que se os dan para que trabajéis mejor por la salvación de las almas y por el acrecentamiento del Reino sobre la Tierra. Ciertamente, un mal os haría si en éste momento vosotros recibierais dones extraordinarios sin estar preparados espiritualmente, inmediatamente caeríais en la soberbia y echaríais a perder estos dones sobrenaturales. Primero debéis abrir vuestro corazón, para que vosotros actuéis como Mi Hijo.
Vosotros debéis ser ejemplo vivo de que Yo, vuestro Dios, Vivo perfectamente en vosotros. Mi Hijo aceptó vivir bajo Mi Voluntad, fue un acto de Humildad tremendo, bellísimo y todo, para darse por vosotros, por vuestra salvación, por vuestra santificación.
Vosotros mismos no le confiáis vuestros secretos, vuestras intimidades, a cualquier persona y menos apenas al conocerla. Primero le tratáis y si veis que es una persona de confianza que, al contarle vuestras intimidades, vuestros problemas, os pueda ayudar a resolverlos y os comprenda mejor, es cuando vosotros os abrís de corazón, pero si hay duda de que ésa persona no sea de confianza, vosotros no le daréis vuestro corazón en pleno.
Así lo hizo Mi Hijo, primero tomó a los apóstoles, les enseñó, los puso a prueba y, al estar seguro de que podía confiar en ellos, recibieron su bendición y la bendición de Mi Santo Espíritu.
Vosotros habéis sido también preparados por largo tiempo, estoy confiando en vosotros para que seáis instrumentos de Mi Amor en éstos tiempos. Confío en que podréis ser mensajeros de Mis Enseñanzas, de Mi Amor, de Mi Vida, hacia vuestros hermanos. Espero solamente vuestro “fiat”, que es vuestra donación total a Mi Voluntad total, para que podáis recibir innumerables bendiciones, dones, capacidades extraordinarias para poderMe servir mejor ante vuestros hermanos.
Así como los apóstoles fue un grupo pequeño, también vosotros, en éste tiempo, sois un grupo pequeño y podéis hacer grandes cosas.
AyudadMe pues, Mis pequeños a que Me pueda manifestar, en estos tiempos de obscuridad, ante vuestros hermanos, para que vuelvan al buen camino, para que venga Mi Reino a la Tierra a asentarse entre vosotros y, sobre todo, para que gocéis de Mi Presencia ante vosotros.
Soy vuestro Dios, también Soy vuestro Hermano, también Soy Mi Santo Espíritu que os transforma, que os da nueva Vida, una nueva Vida que se tiene que dar en breve, en el Mundo y en el Universo entero.
DadMe ya, Mis pequeños, el lugar que Me merezco en vuestra vida, en vuestro Mundo, en el Universo entero.
Venid a Mí arrepentidos, daos cuenta del mal que habéis cometido en vuestra vida y ayudadMe con vuestra donación, con vuestras oraciones, con vuestros buenos deseos, a lograr ése cambio que tanto necesitáis, para que Mi Amor vuelva a reinar sobre la Tierra y en el Universo entero, como se daba antes del Pecado Original. AyudadMe para que éste cambio sea lo más pronto posible y no sufráis lo que todavía podéis sufrir si no entendéis éstas Palabras que os digo ahora, pero sobre todo, si no ponéis de vuestra parte para que ya pronto se den.
Gracias Mis pequeños.
Cuarto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: No desconfiéis, Mis pequeños, Yo Soy vuestro Dios y Yo os puedo dar mucho más de lo que imagináis, solamente necesito vuestro “sí”, vuestro “fiat”, para derramarMe en bendiciones sobre vosotros.
Hijitos Míos, mucho os preocupa el futuro, vosotros elucubráis por lo que va a ser el futuro inmediato y el futuro lejano, pero no os dais cuenta, y no meditáis, que el futuro, depende de vuestro presente. Si vosotros no actuáis correctamente, ciertamente, vuestro futuro no va a ser bueno, pero si vosotros actuáis correctamente, vuestro futuro es más prometedor, más halagüeño.
Depende de vosotros el que todo se vaya componiendo, porque vosotros debéis cambiar en lo personal. No debéis señalar a vuestros hermanos por el mal que hacen, orad por ellos, así como también vosotros os debéis señalar a vosotros mismos. No os gusta ver la viga que tenéis en vuestros ojos, muchos pecados tenéis, quizá, vosotros y os fijáis en pecados menores que tienen vuestros hermanos. Estáis buenos para la crítica, pero no para ser criticados y menos para una autocrítica honesta, en la cual, ayudados por Mi Santo Espíritu, realmente vosotros os examinéis minuciosamente de cómo estáis cumpliendo Conmigo, con vuestro Dios.
Cada uno de vosotros lleva una misión qué cumplir y Yo os pregunto y os preguntaré al final de vuestra existencia, cómo la llevasteis a cabo, cómo cumplisteis con lo que en particular teníais que cumplir y con lo que en general debíais cumplir, que son con Mis Mandamientos, Mis Leyes, con Mi Amor.
Os he pedido tanto que seáis humildes y, al ser humildes, vosotros mismos podéis saber cómo estáis ante Mis Ojos. ¿Sois realmente almas confiables, para que Yo pueda derramar Mis Tesoros espirituales sobre vosotros, para que, primeramente, los cumpláis de corazón y por ello, podáis ser ejemplo al transmitirlos de palabra?
Mis pequeños, no os pido demasiado, simplemente, que os améis vosotros mismos porque Yo estoy dentro de vosotros. Que os améis y Me agradezcáis todas Mis bendiciones en vosotros. Sois una obra maestra cada uno de vosotros y todavía más, cuando Yo estoy perfectamente presente en vuestra vida, como cuando Me incluís en todo y, sobre todo, cuando Me dais Mi lugar perfectamente bien en vuestra vida, pidiéndoMe continuamente, consejos, ayuda, compañía, de ésta forma, Me dais vida en vuestra vida y esto es lo que Yo quiero de cada uno de vosotros, que Yo pueda vivir plenamente en vosotros, ya que con vuestros actos, palabras Me podáis transmitir a vuestros hermanos y así, la Vida, que Soy Yo, que estoy en vuestro interior, la podáis dar a vuestros hermanos, que os vayáis transformando, porque seréis honestos con vosotros mismos en transmitir lo que estáis viviendo. Hablaréis de Mí, porque Me conocéis bien y, quisiera decir, perfectamente bien, al llevarMe en vuestro corazón.
Dadles a vuestros hermanos lo que Yo os he dado, Soy el Gran Tesoro y vosotros Me debéis compartir. Muchos de vosotros, a lo mejor Me buscasteis por muchos años, buscabais ése Gran Tesoro, ésa Perla Preciosa y por fin Me encontrasteis, ¿por qué no Me presumís ante vuestros hermanos? Presumir en el sentido bueno y bello de decirles, “encontré a Mi Dios”, “encontré a Mi Señor”, “encontré el Amor del Cielo y os lo quiero compartir”, le haréis un bien a cada uno de vuestros hermanos y vosotros, os haréis un bien ante Mis Ojos, porque los Míos, los que están Conmigo, los que Me transmiten a los demás, son los que reinarán en el Reino de los Cielos, que gozarán de Mis bienes en una forma abundante, que serán consentidos como consiento a Mi Hijo, porque seréis otros Cristos, que viviréis Conmigo, gozando lo que Yo os pedí que transmitierais a vuestros hermanos, ¿no se os hace esto bello y agradable, no se os hace esto realmente una meta final, un regalo final que debéis buscar con todo vuestro corazón y con todo vuestro ser? Estáis llamados a cosas grandes y bellas, Mis pequeños, tened la confianza de venir a Mí, para pedir ayuda, para que podáis recibir todo lo que Yo os prometo.
Ciertamente, que mucho dudáis, ciertamente, que mucho, a veces, sufrís y tenéis miedo, porque no estáis seguros o porque os da pena. Venid a Mí, Mis pequeños, para que Yo os dé todo lo que necesitáis, para que Me mostréis a vuestros hermanos. Sois pequeños, sois débiles, sois tan imperfectos, porque así os dejó el Pecado, confiad en Mí, para que Yo os transforme, para que podáis recibir Mis bendiciones en alto grado, como lo reciben todos aquellos que se vuelven apóstoles Míos, o sea, ejemplo Mío aquí en la Tierra ante sus hermanos.
PedidMe lo que necesitéis, que os llenaré de Mis dones y virtudes y veréis cómo nacerá en vosotros el hijo bueno, el hijo alegre, el hijo apóstol, el hijo ejemplo, que hará que cambien muchos corazones, y vuelvan a Mí, vuestro Dios.
Todo aquél que ha confiado en Mí y que se ha dado a Mí, recibe el ciento por uno y, a veces, mucho más. No desconfiéis, Mis pequeños, Yo Soy vuestro Dios y Yo os puedo dar mucho más de lo que imagináis, solamente necesito vuestro “sí”, vuestro “fiat”, para derramarMe en bendiciones sobre vosotros.
Gracias, Mis pequeños.
Quinto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: Con vuestro libre albedrío, o ganáis verdaderamente el Reino de los Cielos, o lo perdéis y, al perderlo, os ganáis vuestra condenación eterna.
Hijitos Míos, se os dio el don del Discernimiento, para que vosotros pudierais escoger entre el Bien y el mal. Tenéis libre albedrío en el cual, es vuestra persona la que escoge qué camino seguir. Vosotros estáis rodeados del mal, pero tenéis de vuestra parte, todas las Enseñanzas de Mi Hijo y ahí podéis tomarlas para vivir en el bien.
Con vuestro libre albedrío, o ganáis verdaderamente el Reino de los Cielos, o lo perdéis y, al perderlo, os ganáis vuestra condenación eterna.
Esa libertad que Yo os concedí, Mis pequeños, es para que no tuvierais después el pretexto de decirMe que Yo os había obligado, de alguna forma, a cometer el mal que os condenará.
Vosotros lucháis conscientemente para ganaros el Reino de lo Cielos, o sea, vuestro premio, por haber tratado de vivir en el bien y haber luchado duramente, a lo largo de vuestra existencia, para erradicar el mal que podéis llevar adentro, en vuestro corazón, pero ayudado por Mí, por vuestro Dios.
Yo os ayudo con armas espirituales a erradicar el mal que lleváis dentro. Si vosotros le hacéis caso a Mi Santo Espíritu, que es vuestra conciencia, y os dejáis llevar por el bien que se os muestra, estad seguros de que iréis por buen camino y que podréis gozar eternamente Conmigo, en el Reino de los Cielos. Pero si, también, voluntariamente, con conocimiento de causa, vosotros, dejáis entrar en vuestro interior el mal, lo acumuláis, lo deseáis y lucháis por él, no podréis entrar en el Reino de los Cielos, porque no podéis trabajar para dos amos, o trabajáis para Mí, para el Bien, o trabajáis para satanás para producir el mal.
Si escogéis el mal, sabréis que estaréis condenados vosotros y, lo peor de todo, es que con vuestro ejemplo y consejos, posiblemente afectaréis a otras almas que también se condenarán y, así, vuestro castigo será mayor, por el que recibirán las almas a las que dañasteis y llevasteis a la muerte eterna. Sufriréis por vuestros propios pecados y sufriréis por el mal que les hicisteis a vuestros hermanos.
Esto debéis meditarlo muy bien, Mis pequeños, porque del mal que vosotros provoquéis a vuestros hermanos, con vuestros malos actos, palabras o ejemplos, sufriréis mucho más que otras almas, que solamente hicieron el mal para ellos y no lo mostraron a los demás.
Orad por aquellos hermanos vuestros que están viviendo así, mostrando al mundo el mal que se puede hacer, comportándose ante el mundo con el mal que Yo no quiero que vosotros viváis, rechazando todo Mi Bien, todo Mi Amor, todas Mis Enseñanzas y solamente actuando como vosotros mismos habéis escogido, que muchas veces, es el mal el que os guía y con el que actuáis.
No os imagináis, Mis pequeños, las almas tan desgraciadas que llegan a Mí, al final de su tiempo. Son tan feas, tan sucias, nauseabundas ante Mis Ojos y, éstas almas, quizá, hasta presumían de tantas cosas en la Tierra que atesoraron muchos bienes y con ellos, prefirieron hacer el mal que ganarse Mi gratitud, en vez de haber sido almas buenas, que jalaran a muchas otras almas a su conversión y salvación.
Por eso, primeramente vosotros, padres de familia, cuando Yo os concedo un hijo, os doy esa almita, para que la llenéis de cosas buenas, para que la engrandezcáis ante Mis Ojos, para que la enseñéis a vivir en el Mundo, pero que no se vuelva una del Mundo, para que pueda producir amor y ayuda y se vuelva un ejemplo de vida.
Cuando les enseñáis bien a vuestros hijos, muchos bienes derramo sobre vosotros en el mundo y muchos más en el Reino de los Cielos. Pero ¡ay! de aquellos padres que no les enseñaron a sus hijos a amarMe, a respetarMe, a vivir Mi Amor, éstos padres, que no se pueden llamar así, recibirán grandes castigos, porque echaron a perder una almita, que, ciertamente, iré acompañándola a lo largo de su existencia, para que regrese a Mí y se arrepienta de su mala vida, mala vida que aprendieron de sus mismos padres, pero si se condena ésa alma, ¡pobres de sus progenitores!, sus sufrimientos aumentarán en el lugar del castigo, porque se les dio un alma, que es un gran compromiso, y la destruyeron en lugar de llenarla de Mi Vida, de llenarla de Mi Amor, ¡pobres de aquellos que destruyeron ésa vida espiritual con la que pudieron haber hecho tantas cosas, pero que prefirió el mal y con ése mal, siguió destruyendo a otras almas!
Con esto os quiero decir, Mis pequeños, que vosotros sois parte de una cadena, sois eslabones, estáis uniendo a varios otros eslabones a una cadena de Amor, u os habéis apartado del bien y estáis uniéndoos a una cadena de mal y uniendo a otras tantas almas a vivir en el mal.
Yo os ayudo, Mis pequeños, a que recapacitéis de vuestra vida, de vuestros actos, de lo que hacéis y que, muchas veces, ni os detenéis a meditar ¿Qué habéis hecho con vuestros hijos? ¿Son hombres de bien y están Conmigo y Me traen a muchas almas? ¿O son personas de mal que están destruyendo a muchas almas, y se van a condenar, igual que ellos, pero que mucho castigo también recibirán, porque Me quitaron almas y se las regalaron a satanás?
Meditad esto, Mis pequeños. Gracias, Mis pequeños.
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