Muchas veces os lo he dicho a través de este medio y de otros, hay que arrancar la cizaña de vuestras almas, ese veneno letal que os puede llevar a una condenación eterna, o a un purgatorio de siglos. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis hacer una confesión general con un buen examen de conciencia. Debéis apuntar en un papelito aquellas cosas que podéis olvidar o se os pueden pasar a la hora de confesaros. Debéis empezar por confesar los pecados más vergonzosos y más aberrantes, el confesor está acostumbrado a oír muchas cosas aberrantes, por tanto, no os de vergüenza, y si no la tuvisteis para hacerlos, mucho menos la tenéis que tener para confesarlos y erradicarlos de vuestras almas.
Pedid ayuda principalmente a Mi Santo Espíritu para que os recuerde lo que debéis confesar, y para que el confesor también os sepa aconsejar. Sed sencillos como niños a la hora de confesar y no os guardéis absolutamente nada. Esto es muy bueno para el alma, porque arrancado todo el veneno que anida en ella desde hace años, se queda ya en un estado de purificación para que Mi Santo Espíritu os guie y os inspire. Yo, Jesús, os hablo.
Después hijos, acostumbraos a dar limosnas y a ser generosos con el prójimo. La limosna repara muchos pecados, y es bueno que la practiquéis a menudo. No seáis avaros con los necesitados, que para vosotros sí tenéis recursos, pero cuantos inconvenientes ponéis a la hora de ayudar a los necesitados. Hay muchas familias que están pasando muchas penurias económicas, no pueden pagar la luz, no tienen para medicinas, hijos, sed personas auténticamente cristianas y ayudad en la medida que podáis, sin excederse ni quedarse escueto. Yo, Jesús, os hablo y os bendeciré con creces si todo esto que os digo lo ponéis en práctica.
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