Octubre 27 de 2013 - 1:50 P.M.
LLAMADO URGENTE DE MARÍA SANTIFICADORA AL PUEBLO DE DIOS. ALTO DE GUARNE (ANT.)
Hijitos de mi corazón, que la paz del Altísimo os acompañe siempre y el amor de esta Madre inunde todo vuestro ser.
Mis niños, la persecución a los hijos de Dios ha comenzado. Orad hijitos míos por la Iglesia de mi Hijo perseguida en el mundo y por todos aquellos mártires que están dando su vida por expandir el reino de Dios.
En los países de lejano oriente la Iglesia de mi Hijo está siendo duramente perseguida. En el continente Africano y Asiático son perseguidos, torturados y masacrados, todos mis hijos que profesan la religión católica o dan testimonio de mi Hijo. Está comenzando hijitos el tiempo de las persecuciones y muy pronto este atropello y salvajismo espiritual se extenderá a otras naciones. Así como los primeros cristianos vais a tener también vosotros que huir de las cabeceras de las ciudades y pueblos y refugiaos en el monte o cavernas para escapar del acoso de los hijos de la oscuridad.
Mi adversario quiere exterminar la Iglesia de mi Hijo y borrar de la faz de la tierra a todo aquel que sea cristiano o profese la doctrina de mi Hijo. Las profanaciones a los lugares santos han comenzado, el tiempo de la desolación está llegando; todo lo escrito tiene que cumplirse. No temáis hijitos, si permanecéis unidos a Nuestros Dos Corazones, el cielo os protegerá; mas si os apartáis de Dios y de vuestra Madre, pereceréis. El príncipe de este mundo sabe que le queda poco tiempo y antes de que se desate la batalla final, quiere diezmar a mi Ejército Militante.
Os aviso de todo esto hijos míos, para que seáis muy prudentes en el hablar y no descubráis vuestro corazón a cualquiera; acordaos que estáis en batalla espiritual y mi adversario ha comenzado a desplegar su ejército aquí en la tierra, para identificar y atacar al pueblo de Dios. Sed muy cautelosos con las amistades que hagáis, porque bien sabéis que no todas vienen de parte de Dios.
Muchos dirán: vengo de parte del Señor, soy de los vuestros; pero cuidado, porque muchos son lobos disfrazados de ovejas que buscarán ganarse vuestra confianza, para luego haceros perder o atacaros como fieras salvajes. Acordaos que los seguidores de mi adversario lo que buscan es hacer perder el mayor número de almas y especialmente a aquellas a las cuales se les ha confiado misiones. Sed pues muy cuidadosos y poned en práctica las palabras de mi Hijo, cuando le dijo a sus discípulos: Os envío como ovejas en medio de lobos. Sed prudentes como las serpientes y mansos y humildes como las palomas. (Mateo 10, 16) Acordaos que está en juego vuestras vidas y la salvación de vuestras almas y las de vuestros familiares.
Hijitos, formad fortines de oración y orad a todo instante, porque mi adversario os está atacando la mente, sembrando el veneno de la división, la apostasía, la envidia, la violencia y la frialdad espiritual, para que no oréis y os mantengáis ocupados con las cosas del mundo. Bien sabéis que la pelea no es con gente de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes. (Efesios 6, 12). Por eso debéis vosotros mis hijitos, hacer uso de las armas que el cielo os ha dado, las cuales son poderosas en el Espíritu para el derrumbamiento de fortalezas.
Colocaos pues la Armadura Espiritual a mañana y noche, rezad mi Santo Rosario, asistid a la Santa Misa, si os es posible todos los días; frecuentad la confesión y la eucaristía; ayunad y haced penitencia y orad a tiempo y a destiempo, para que podáis repeler los ataques de las huestes del mal y sus emisarios aquí en la tierra.
Cuando conozcáis a alguien que dice ser de oración, invitadlo a que rece con vosotros mi Santo Rosario; ahí os daréis cuenta si viene del cielo o es un emisario del mal disfrazado de oveja. Todo aquel que se dirija a Mí, no como su Madre, sino como María, prestadle atención, porque para mis hijos no soy simplemente María, sino la Madre de Dios y Madre vuestra. Mi adversario no resiste a que se me llame Madre y huye con el rezo de cada avemaría. Tened pues esto presente hijitos míos, para que pongáis a prueba los espíritus y no os dejéis engañar por la astucia de mi adversario. Que mi
amor os acompañe y mi protección maternal os asista.
Vuestra Madre que os ama. María Santificadora.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
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