"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


miércoles, 11 de noviembre de 2015

EVANGELIO DEL DIA Y MEDITACION: 8 DE NOVIEMBRE DE 2015

Del Santo Evangelio según San Marcos 12,38-44.
 
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Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
MEDITACION
Tomás de Celano (c. 1190-c. 1260), biógrafo de San Francisco y de Santa Clara
«Vita prima» de San Francisco, § 76
 
Darlo todo porque Cristo lo ha dado todo
 
    Francisco, pobre y padre de los pobres, quería vivir totalmente como un pobre; sufría si encontraba a alguien más pobre que él, y no por vanidad, sino a causa de la tierna compasión que le producían. No quería para él otro vestido que una túnica áspera y corriente, y a menudo ocurría que la compartía con algún menesteroso. Pero él era un pobre muy rico, porque movido por su gran caridad, a socorrer a los pobres como podía, en los tiempos de mayores fríos se iba a las casas de los ricos de este mundo y les pedía le prestaran una capa o un abrigo. Y esos se los llevaban más rápidamente aun que el tiempo que Francisco había usado para pedirlos. «Los acepto, decía entonces Francisco, con la condición de que no esperéis volverlos a ver». Al primer pobre que encontraba, Francisco, con el corazón festivo, le ofrecía lo que acababa de recibir.

    Nada le causaba más pena que ver insultar a un pobre o maldecir a cualquier criatura. Un día, un hermano dejó escapar palabras hirientes contra un pobre que pedía limosna: «¿Acaso no será, le había dicho, que tú, pareciendo pobre eres rico?» Estas palabras le sentaron muy mal a Francisco, el padre de los pobres, y dio una terrible reprimenda al delincuente, después, en presencia del pobre, le ordenó despojarse de sus vestidos, besarle a éste los pies y pedirle perdón. «El que habla mal a un pobre, decía, injuria a Cristo, de quien el pobre es un noble símbolo, puesto que Cristo, por nosotros, en este mundo se hizo pobre» (2Co 8,9).

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