Alabado sea Dios. Cada día estáis más cerca de la Tribulación que Dios Altísimo va a mandar sobre toda la Humanidad y de la que nadie estará exento. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Ni niños, ni ancianos, ni santos, ni corruptos, todos de una forma u otra vivirán la Tribulación. Pero, hijos de Dios, ¡no temáis! porque Dios es Padre en todo momento, cuando da y cuando quita, cuando premia o castiga. Debéis vivir en las leyes de Dios que son vuestra salvación. Cumplidlas exhaustivamente con rectitud y sin omitir nada, porque Dios ve todo y ve la recta y mala intención vuestra. En el cumplimiento de las leyes de Dios, la gracia del Altísimo no os faltará y el amor y la ayuda de la Madre Celestial tampoco. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Y nos tenéis a nosotros, legiones de Ángeles Custodios y Arcángeles, que estamos para ayudar a la Humanidad en todo momento. Por tanto, hijos de Dios, yo os pido que tengáis la voluntad de estar preparados. Sin agobios ni miedos, enmendad vuestras vidas. Y los que ya estáis preparados, que vuestra unión con el Señor sea más estrecha y más amorosa. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Rezad mucho por los sacerdotes y la jerarquía de la Iglesia y ofreced por ellos sacrificios, renuncias de vuestros gustos, humillaciones y penitencia. Vuestras humillaciones aceptadas y bien recibidas, ayudan a la soberbia que haya en ellos. Vuestra penitencia y sacrificios, ayudan a sus negligencias, y así en todo lo que hagáis. Todo el bien que hagáis ayudaran a la Humanidad entera, pero sobre todo a los sacerdotes que son tan imprescindibles en los planes de Dios.
Acoged, hijos de Dios, amorosamente a vuestra familia y preparadla. Yo sé que todo esto es costoso para vosotros, porque muchos de vuestros familiares no solo no creen, sino que les molestan los temas de Dios, pero allá donde vosotros sois impotentes, Dios no lo es y todo lo puede, porque para Dios nada hay imposible (Lc 1,37).
Este comunicado que os doy es para que lo pongáis en práctica, no para que especuléis. Acercaos a Jesús Sacramentado para que Él os ayude a hacer en todo momento Su voluntad, y refugiaos en María Santísima, Madre de pecadores. Yo, Miguel Arcángel, os hablo y os asesoro. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.
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