"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


viernes, 30 de junio de 2017

EVANGELIO DEL DIA Y COMENTARIO. 30 DE JUNIO DE 2107

Del Santo Evangelio según San Mateo 8,1-4.
Image result for San Mateo 8,1-4. Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud.
Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: "Señor, si quieres, puedes purificarme".
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante quedó purificado de su lepra.
Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio".
 
Leer el comentario del Evangelio por
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego
Himno 30

«Jesús lo tocó diciendo: ¡quiero, queda limpio!»
Antes que brillara la luz divina,
no me conocía a mí mismo.
Viéndome entonces en las tinieblas y en la prisión,
encerrado en un lodazal,
cubierto de suciedad, herido, mi carne hinchada...,
caí a los pies de aquél que me había iluminado.
Y aquél que me había iluminado toca con sus manos
mis ataduras y mis heridas;
allí donde su mano toca y donde su dedo se acerca,
caen inmediatamente mis ataduras,
desaparecen las heridas, y toda suciedad.
La mancha de mi carne desaparece...
de tal manera que la vuelve semejante a su mano divina.
Extraña maravilla: mi carne, mi alma y mi cuerpo
participan de la gloria divina.

Desde que he sido purificado y liberado de mis ataduras,
me tiende una mano divina,
me saca enteramente del lodazal,
me abraza, se echa a mi cuello,
me cubre de besos (Lc 15,20).
Y a mi que estaba totalmente agotado
y que había perdido mis fuerzas
me pone sobre sus hombros (Lc 15,5),
y me lleva lejos de mi infierno...

Es la luz que me arrebata y me sostiene;
me arrastra hacia una gran luz...
Me hace contemplar por que extraño remodelaje
él mismo me ha rehecho (Gn 2,7) y me ha arrancado de la corrupción.
Me ha regalado una vida inmortal
y me ha revestido de ropa inmaterial y luminosa
y me ha dado sandalias, anillo y corona
incorruptibles y eternas (Lc 15,22).

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