Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.
Mt. 18, 21-19.1:
En el día de ayer vimos a Jesús que nos hablaba de la corrección fraterna, esa ayuda pedagógica para ganar al hermano y que no se sienta excluido de la comunidad.
Hoy el Señor nos habla de un segundo círculo más interno, que es el "PERDONAR AL HERMANO".
Me toco escuchar una vez que en un reportaje le preguntaban al Papa Francisco cómo hacia para no dejarse tentar ante tanta popularidad y el contestó que cuando la multitud lo aclama piensa en sus pecados.
Creo que esto puede ser una gran pedagogía para vos, pensar en tus pecados y errores para poder perdonar al otro cuando venga a pedirte disculpas.
El perdon es mutuo, hay un pedido y una respuesta, es un trabajo colateral.
Muchos diran: "no soy nadie para perdonar" y yo le respondo: si, sos hijo de Dios, y eso es mucho".
Si hoy alguien va a pedirte perdón primero pensa en tus pecados y errores ante Dios y luego pensá que sos hijo de Dios.
Gánate un hermano y no un mal gusto en tu corazón
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