y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?". Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?".
El respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'".
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce
y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?".
El respondió: "El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré yo, Maestro?". "Tú lo has dicho", le respondió Jesús.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón sobre el evangelio de Juan, n° 27, § 10
¿Quién es peor que Judas? Entre todos los discípulos del Maestro, entre los Doce, él es el escogido para tener la bolsa y ocuparse de los pobres (Jn 13,19). Pero después de tal beneficio, es él quien percibe dinero para entregar al que es la Vida (Mt 26,15); persiguió como enemigo al que había seguido como discípulo... Pero el Señor hizo servir para el bien un gran crimen . Aceptó ser traicionado para rescatarnos: el crimen de Judas fue cambiado en bien.
¿A cuántos mártires persiguió Satanás? Pero si no lo hubiera hecho, no celebraríamos hoy su triunfo... El malvado no puede contrariar la bondad de Dios. Tiene como bueno ser artesano del mal, el Artesano supremo no permitiría la existencia del mal, si no supiera servirse de eso para que todo concurra al bien.
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