I. QUÉ NOS PIDE CRISTO CON LAS HORAS DE LA PASIÓN.
Luisa Picarreta, que en adelante llamaremos el Alma Solitaria, como la llamaba San Annibale Maria de Francia, tenía 13 años cuando estaba en su casa y escuchó ruidos extraños, una multitud de gente que pasaba por la calle. Corrió al balcón. Ve una turba de feroces soldados, con antiguos cascos, armados con lanzas, como ebrios y enfurecidos, que caminaban con gritos, blasfemias. Llevaban un hombre encorvado, vacilante, ensangrentado, era Cristo. Cuando pasa bajo el balcón Cristo levanta la cabeza, la mira y con una voz profunda y lastimera dice “Alma, Ayúdame”.
Esto mismo nos pide Cristo, nos grita a cada uno con voz lastimera, en estos momentos de tanto dolor y ofensa a su corazón; “Alma, Ayúdame, ayúdame…” Nos pide que por medio de Las Horas de la Pasión REPAREMOS, LO ACOMPAÑEMOS, NOS UNAMOS A SU DOLOR, NOS UNAMOS A SU PASIÓN, NOS COMPADEZCAMOS DE ÉL.
II. LOS DOLORES QUE PADECIÓ NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Primero meditemos quién es Cristo, quien es Aquel que nos pide que le “ayudemos”, aquel que padeció estos dolores.
Es el Hijo Eterno del Eterno Padre; Dios igual al Padre; Creador, con el Padre, del Cielo y de la Tierra, de los ángeles y de los hombres.
Aquel que si mira indignado la tierra, la tierra tiembla y los montes eruptan. Aquel bajo cuyos pies se inclinan los más sublimes coros de los ángeles. Aquel de quien nadie puede hablar dignamente y cuyas grandezas son tan infinitas que nadie puede llegarlas a comprender enteramente.
Ese es Jesucristo, Hombre y Dios, el Santísimo, de belleza inenarrable; la dulzura, la Bondad y Caridad infinitas. Y este Hombre Dios, digno de todas las adoraciones y de los homenajes de los ángeles y de los hombres es Aquel que por NUESTRO AMOR se hizo como un leproso, escarnecido y humillado, colmado de oprobios y pisoteado como un vil gusano de la tierra…
Este, nuestro Cristo, sufrió penas inenarrables por nosotros de tres clases: (i) Sufrimientos Corporales; (ii) Ignominias; (iii) Sufrimientos Interiores.
Sufrimientos Corporales: Nos sentimos estremecer ante los sufrimientos que padeció Su cuerpo adorable; Varón de Dolores, como lo llamó Isaías, en el cual no había parte sana, se hizo una sola llaga, desde las plantas hasta el extremo de su cabeza: “Et vidimus eum et non erat aspectos” (Is. 53,2).
Ignominias: La Majestuosa, Divina y Sacrosanta persona de Jesucristo fue abandonada a la ferocidad, más diabólica que terrena, de los pérfidos y vilísimos hombres que no se saciaban y cansaban de cubrirlo de ultrajes e ignominias al Omnipotente. Lo golpearon, arrojaron a tierra, lo pisotearon, arrastraron, le dieron puñetazos, puntapiés, lo escupieron en su santo rostro, en su boca adorable… Que espectáculo inexpresable… “Vino a los suyos y no lo recibieron”
Sufrimientos Interiores: Son los sufrimientos de su alma Santísima y de su amorosísimo y sensibilísimo Corazón. Entramos en un océano sin playas. En un grado infinito sufrió la tristeza, las angustias, los dolores, el abandono, la infidelidad, la ingratitud, los temores, los terrores… Este sufrimiento fue principalmente por cuatro motivos:
De la vista horrenda de todas las iniquidades humanas que El había tomado sobre Sí como si El hubiese sido el responsable y el culpable… El que era Santidad Infinita.
La vista continúa de las cuentas que debía rendir a la Justicia inexorable de la Divinidad, y las penas con las que debía pagar todo.
La vista amarguísima de todas las ingratitudes humanas, y el terrorífico espectáculo de todas las almas que se habrían de condenar, y que su pasión no habría sido sino para hacerlas más infelices eternamente. Qué dolor para su corazón que ama infinitamente cada alma! El profeta habla “Doloris Inferni circumdederunt me”, los dolores del infierno me circundaron. (Sal. 17,6)
La vista de las aflicciones de su Santa Iglesia. Las penas corporales y espirituales que padecería su iglesia, sus elegidos, tanto en esta vida como en el purgatorio. Las penas del detrimento de los elegidos en las virtudes y en la adquisición de los bienes eternos; ¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo, y perder su alma? (Mc. 8,36)
La duración del dolor de Cristo no es sólo desde el jueves santo al viernes santo, es desde su Encarnación hasta el último respiro dado en la cruz. El Señor moría a todo momento, en cuanto el colmo de sus penas era tal , que como Hombre El habría muerto a cada instante, pero como Dios, sostenía con un milagro su vida mortal para prolongarla hasta el fin de sus padecimientos y coronarlos con su muerte en la Cruz.
Pese a esto, en su vida terrena aparecía colmado, dulce, sereno, tranquilo, manso, conversador, y hasta sonriente. Comunicó un estado de paz y serenidad en medio de sus abismos de penas. Como dice el profeta, “He aquí en la paz mi amargura amarguísima” (Is. 38,17). “Oró con lágrimas y clamor válido, y fue escuchado por su reverencia (Hebreos 5,7).
Debemos considerar que para redimir al mundo no era necesario que sufriera semejantes penas. Bastaba solo encarnarse en María y elevar una oración al Padre o derramar un pequeña gota de sangre y con eso podría haber remido no solo un mundo, sino millones de mundos. Sólo El podía ofrecer una justa reparación al Padre Eterno y quiso darse por completo. Qué misterio de amor infinito, nos quiso mostrar cuánto nos amaba, hasta dónde se extiende su amor, y nos demostró con su ejemplo inobjetables pruebas de tiernísimo amor. ¡Cuánto le hemos costado!
Lo que Cristo sufrió igualmente por todas las generaciones humanas, igualmente lo hubiera sufrido por cada alma en particular, lo hubiera sufrido igualmente por tu alma. No seamos tan ingratos que olvidemos su sufrir y morir. Ayudémoslo!!
III. BIENES INESTIMABLES PARA EL ALMA QUE SE UNE A LA PASIÓN DE CRISTO.
San Buenaventura escribe: “No debemos nosotros cansarnos de meditar en lo que Jesucristo no se cansó en soportar en El mismo”. Cristo para el alma que medita en su pasión tiene especiales gracias y regalos. Cualquier meditación acerca de la Pasión de Nuestro Señor, es de suma complacencia de su Corazón adorable y de sumo provecho espiritual para quien devotamente lo hace. Enumeremos alguna de estas gracias o bienes inestimables que recibimos:
1. Cristo acepta la Contemplación de sus divinos padecimientos como sin en el tiempo de su pasión el alma que hoy lo compadece lo hubiera ayudado y socorrido, le hubiera dado alivio y descanso en sus mismos brazos y en su mismo corazón. Así lo ha revelado a muchos santos.
2. Un gran bien espiritual que no hay lengua humana que lo pueda dignamente expresar. El alma se siente inflamar día a día de amor hacia el Divino Redentor. Como dice el profeta, en la meditación el fuego se enciende.
3. Enciende el alma en amor y gratitud hacia Nuestro Señor.
4. Produce la verdadera y perfecta contrición de los pecados, es decir, el arrepentimiento no por temor a los castigos temporales o eternos, sino por el motivo del puro amor a Dios.
5. Desapego de las cosas terrenas.
6. Aleja del pecado, el cual no puede subsistir con esta santa meditación.
7. Mortifica sin violencia y por vía de amor las pasiones; purifica el espíritu.
8. Infunde la ciencia y la sabiduría, suscitando grandes deseos de perfección.
9. Fortifica el alma en el sufrimiento; aumenta día a día la gracia santificante, acelerando la perfecta unión con Dios.
10. San Buenaventura exclama: El alma que medita diariamente la Pasión del Redentor, Jesús le asiste, lo transporta, lo llena de compunción, la compenetra, ilumina, la inflama y frecuentemente le comunica el don tan precioso de las lágrimas, una de las ocho bienaventuranzas, “Bienaventurados los que lloran…” Si lloramos los padecimientos e ignominias, las angustias y sufrimientos de Nuestro Redentor, un día participaremos de su gozo y eterna felicidad.
11. Meditar la pasión de Cristo es el medio más eficaz para obtener toda gracia del Padre Eterno, derecho a presentarse ante El y pedirle todo lo que se quiera. Jesucristo le reveló a Santa Gertudris: “Mi Padre no puede negar nada que se le pida en virtud de mi pasión”. El mismo en el Evangelio dijo: “Hasta ahora habéis pedido y no habéis obtenido, porque no habéis pedido en mi nombre, y Yo ahora en verdad os digo que todo lo que pidierais al Padre en mi nombre, todo se os concederá, y vuestro gozo será pleno”.
12. Nos hace crecer en el conocimiento, en el amor y acercamiento al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. De los pies de Jesús crucificado se va a los pies del Sacramentado donde se adora, se ama y se pasa a la unión más íntima que pueda haber entre el alma y Dios.
13. Nos acerca inconmensurablemente al Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María. Sólo Ella comprendió y dividió las penas interiores de las agonías del Corazón Santísimo de Jesús, desde la encarnación hasta la muerte. El martirio de la Santísima Virgen María empezó en el momento de la Encarnación y continuó siempre creciendo hasta la muerte del Redentor Divino. Desde la muerte hasta la Resurreción vivió la Desolación, que es el mayor de sus dolores. Después de la Resurrección, viene el periodo de penas sensibilísimas, en donde nos enseña a meditar la pasión.
Ella durante este período repasaba día y noche y uno por uno todos los padecimientos de su Hijo Amado, en el modo más íntimo que sólo Ella podrá recordar y penetrar; los sufrimientos de su Santísima Humanidad, las ignominias y los ultrajes, las penas de su alma y de su cuerpo. Los renovaba dentro de Ella con tanto dolor y pena que por ello habría podido morir a cada momento si la virtud divina no la hubiese sostenido, como sostuvo a Cristo durante su vida y pasión.
Nuestra Madre Amada, durante su vida en Jerusalén, visitaba todos los lugares en los que su Divino Amado padeció por nosotros, recorría personalmente con profundas y dolorosas contemplaciones la Vía de la Cruz, comenzando desde el Palacio de Pilatos hasta el Calvario. Nació de aquí el Vía Crucis.
IV. LAS HORAS DE LA PASIÓN UNA REPARACIÓN UNIVERSAL
Cristo ha revelado un nuevo y profundo método de cómo contemplar sus padecimientos: ordena una por una las veinticuatro horas de la pasión, de las 5 a las 6 de la tarde del Jueves Santo hasta las 5 de la tarde del Viernes Santo, y contemplar hora por hora lo que sufrió sucesivamente en esas veinticuatro horas. Se llama “El Reloj de la Pasión”.
En estas horas por primera vez se analiza, desmenuza y medita uno por uno los padecimientos externos e internos del adorable Redentor nuestro Jesucristo. Se hace una viva descripción de cuanto sucedió y agrega consideraciones, afectos y REPARACIONES nuevas e íntimas que no están en otra obra. El Amor Divino en su tierna expresión es la nota predominante de estas “Horas de la Pasión”.
El Alma Solitaria que recibe estas horas, es una enamorada que se funde en la más amorosa compasión por su Amado; lo compadece, lo acaricia, lo abraza, lo besa, lo acompaña en cada uno de sus padecimientos con una SUBSTITUCIÓN continua, se pone ella misma en el puesto del Amado para aliviar sus sufrimientos. Desde la primera a la última palabra esta Obra es una verdadera REPARACIÓN de todos los pecados con todas sus especies; de todas las culpas pasadas, presentes y futuras en persona de todos los pecadores. Es una grande, necesaria y UNIVERSAL REPARACIÓN que exige nuestros tristes tiempos.
Dice Jesús al Alma Solitaria: “Es verdad que mis santos han meditado la Pasión y han comprendido cuánto sufrí, y se han deshecho en lágrimas de compasión hasta sentirse consumar por amor de mis penas, pero no lo han hecho así de continuo y siempre repitiendo con este orden. Así puedo decir que tú eres la primera que me da este gusto tan grande y especial”.
En fundamental y urgente la difusión de estas Horas de la Pasión. El mismo Cristo lo pide diciendo: “Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas son los sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por tanto, más difusión, más difusión”. ¡Alma Ayúdame!
Y Cristo añade: “En estos tiempos necesito de gran satisfacción y sólo quien hace suyo a Mí mismo me la puede dar”.
V. RECOMPENSAS Y VALOR QUE DA CRISTO A QUIEN SE UNA A ESTAS HORAS
Jesucristo ha revelado lo agradable que es para su Corazón Adorable que se practique este ejercicio de las Horas de la Pasión y pide la urgencia en la difusión de estas Horas de la Pasión.
A continuación enumeramos las recompensas y el valor que da Cristo a las almas que hagan el ejercicio de estas horas:
1. Se Aplaca la Justicia Divina en la Ciudad o Pueblo donde se practique. Explica el Alma Solitaria que es tanta la complacencia que del ejercicio de estas Horas Jesús bendito recibe, que El quisiera que hubiera un ejemplar en cada ciudad y pueblo y que se practicara, porque entonces sucedería como es en esas reparaciones Jesús sintiera reproducirse su misma voz y sus mismas oraciones tal como El mismo las elevaba al Padre en las 24 horas dolorosas de su Pasión. Y si esto se hiciera por las almas en todas las ciudades y hasta en los pequeños pueblos, Jesús me hace entender que la Justicia Divina quedaría en gran parte aplacada y serían en gran parte evitados y como aligerados los flagelos en estos tan tristes tiempos de dolores y de sangre. Dice Jesús que por un alma solo que haga estas Horas evitará castigos a esa ciudad. Nos debemos preguntar ¿Cuántas gracias no se podrán esperar si se llega a hacer el Reloj de la Pasión?
2. Cristo da una nueva vida de Gracia. Dice Jesús: “Hija mía, me es tan grato quien siempre va rumiando mi Pasión, la siente y me compadece, que me siento retribuido por todo lo que sufrí en el curso de mi Pasión. El alma, rumiándola siempre, llega a formar un alimento continuo… Si durante mi Pasión me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da libertad… me desclava de la cruz y me hace resucitar en su corazón. Y por cada vez que esto lo hace, Yo como recompensa le doy una nueva vida de Gracia; de manera que ella es mi alimento y Yo me hago su alimento continuo. Así que, la cosa que más me gusta es que el alma rumie continuamente y siempre mi Pasión”.
3. Cristo dará sus Mismos Méritos y en el Cielo estarán de Frente a El. El Alma Solitaria le pregunta a Cristo: “Dime, Bien Mío, ¿qué cosa darás de recompensa a quienes hagan las Horas de la Pasión, tal como tú me las han enseñado?” y El: “Hija mía, estas Horas no las consideraré como cosas vuestras, sino como cosas hechas por Mí, y os daré mis mismos méritos, como si Yo estuviera sufriendo en acto mi Pasión, y así os daré a conseguir los mismo efectos, según las disposiciones de las almas, y esto en la tierra, por lo que cosa mayor no podría daros; luego, en el Cielo, a esta almas me las pondré de frente saeteándolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces habrán hecho las Horas de mi Pasión, y ellas me saeterán a Mí. ¡Qué dulce encanto será éste para todos los bienaventurados!”.
4. En lugar de Indulgencia le da al Alma un Puñado de Amor. Dice Jesús: “Hija mía, con las oraciones indulgenciadas se gana alguna cosa, en cambio en las Horas de la Pasión son mis mismas oraciones, mis mismas reparaciones; son todo amor y han salido del fondo de mi corazón… Y es tal y tanta mi complacencia que en lugar de la Indulgencia le doy al alma un puñado de amor, que contiene precio incalculable de infinito valor. Además, cuando las cosas son hechas por puro amor, mi amor encuentra ahí su desahogo… ¡y no es indiferente que la criatura de alivio y desahogo al amor de su Creador!”
5. Por cada Palabra les Daré un Alma. Cristo promete al Alma Solitaria que: “Si la hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les daré un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas Horas de la Pasión está en la mayor o menor unión que tienen Conmigo… y esto cada vez que las hagan… Estas horas son las más preciosas de todas, pues no son otra cosa que repetir lo que Yo hice en el curso de mi vida mortal y lo que continúo en el Santísimo Sacramento. Cuando oigo estas Horas de mi Pasión, oigo mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma…”
Añade Jesús: “Estas Horas son el orden del universo, ponen en armonía el Cielo con la Tierra y me detienen para que no destruya el mundo. Siento poner en circulación mi Sangre, mis Llagas, mi Amor y todo lo que Yo hice, y corren sobre todos para salvarlos a todos. Y conforme las almas hacen estas Horas de la Pasión me siento poner en vida mi sangre, mis llagas, mis ansias de salvar a las almas y me siento repetir mi vida ¿Cómo podrían obtener las criaturas algún bien si no es por medio de estas horas? ¿Por qué dudas? La cosa no es tuya, sino mía, tú no has sido más que el esforzado y débil instrumento”.
6. El alma toma los Pensamiento y Reparaciones de Cristo y las Hace Suyas. Habla Jesús: “Hija mías, has de saber que con hacer estas Horas, el alma toma mis pensamiento y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, deseos, los afectos, y aún mis más íntimas fibras…elevándose entre el Cielo y la Tierra hace mis mismo oficio, y como corredentora dice Conmigo: “Ecce ego, mitte me”.
7. El alma toma la Luz de la Humanidad de Cristo y se Embellece. Jesús explica lo siguiente: “Cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada llaga, oración, etc. produjo una luz tal en mi Humanidad de embellecerme de manera de tener raptados a todos los bienaventuradas. Ahora, el alma, a cada pensamiento de mi Pasión, a cada compadecimiento, a cada reparación, etc. que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un pensamiento de más de mi Pasión será una luz de más que le llevará un gozo eterno”.
8. Millones y Millones de Ángeles le Sirven. Dice Jesús: “Hija mía, en el curso de mi vida mortal, millones y millones de ángeles cortejaban a mi Humanidad y recogían todo lo que yo hacía, las pasos, obras, palabras, suspiros, penas… Eran ángeles encargados de mi custodia, y para hacerme honor, obedientes a mis más pequeñas señales subían y bajaban del Cielo para llevar al Padre todo lo que Yo hacía. Ahora estos ángeles tienen un oficio especial, y cuando un alma hace memoria de mi vida, de mi Pasión, de mis oraciones, se ponen en torno a ella para recoger sus palabras, sus pensamientos… y los unen con los míos y los llevan ante mi Majestad para renovarme la gloria de mi misma vida. Y es tanta la complacencia de los ángeles que, reverentes, se están en torno a ella; por eso, con qué atención y respeto el alma debe hacer estas Horas, pensando que los ángeles toman de sus labios sus palabras para repetir junto a ella lo que ella dice”.
9. Hacer llover del Cielo continuo Rocío sobre la Tierra, el Purgatorio y hasta el Cielo. Cristo le dice al Alma Solitaria: “No hay alma que entre al Purgatorio que no lleve el sello de las Horas de la Pasión…No hay alma que vuele al Paraíso que no sea acompañada por estas Horas de la Pasión. Estas horas hacen llover del Cielo continuo rocío sobre la Tierra, en el Purgatorio y hasta en el Cielo”.
10. Las Almas al Momento de Morir las recibe como Hijas de su Pasión (van directo al Cielo). El Alma Solitaria está rezando con cierto temor por un alma moribunda, y Jesús le ha dicho, Hija mía, ¿Por qué temes? Por cada palabra de mi pasión… se establecen nuevas comunicaciones entre el alma y Yo, por tanto el alma se va adornando de tan múltiples y diferentes bellezas. Esa alma ha hecho las Horas de mi Pasión y yo la recibiré como hija de mi pasión, vestida y adornada con mis llagas. Esta flor ha crecido en tu corazón y Yo la bendigo y la recibo en el mío como una flor predilecta. Mientras Jesús le decía esto, ella vio que se desprendía una flor de su corazón y emprendía el vuelo hacia Jesús.
11. Es el Mejor Negocio que Podemos Hacer: A quienes les agradan los negocios, no hay mejor negocio que Hacer las Horas de la Pasión y esto lo ratifica Cristo: “Hija mía, cada vez que el alma piensa en mi pasión, se acuerda de lo que sufrí o me compadece, en ella se renueva la aplicación de mis penas, surge mi Sangre para inundarla…El negocio que hace es sorprendente, es como si pusiera en un banco todo lo que Yo hice y sufrí y ganara el doble …¡qué pocos son los que de Ella hacen un tesoro!”
VI. MODO DE HACER LAS HORAS DE LA PASIÓN
Se puede hacer de distintas maneras según las circunstancias y condiciones de cada persona:
1. “Hacer” una Hora de la Pasión significar leerla con atención, meditándola, contemplándola, todo esto para hacer de la Pasión la vida propia. No es sólo meditarla, sino que se trata de una EDUCACIÓN A UNA VIDA.
2. Antes de iniciar la hora de la Pasión se debe leer la Oración de Preparación Antes de la Meditación. Al terminarla, se debe rezar El Ofrecimiento Después de cada Hora.
3. Importante que el Alma memorice el horario con el título o enunciado del contenido de cada hora.
4. No es necesario hacer la meditación de alguna hora precisamente a la hora del día que está transcurriendo. Se puede hacer por ejemplo a las 21:00 hrs, la meditación de las 11:00 am
5. Se deben meditar todas las horas de principio a fin de acuerdo a las condiciones de cada uno, hasta terminar y volver a empezar.
6. Otra forma valiosísima de hacerla es organizar un grupo y tener un Reloj de la Pasión. Esta es la forma más excelsa de hacerse, muchas gracias caen sobre todos los del grupo. Se deberán rotar las horas para que todos las hagan en forma completa.
AMEN+++
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