DIRIGIR A UN ALMA A VECES OS PRODUCE RECHAZO, SIN EMBARGO, ELLO LO DEBE HACER UN SACERDOTE
29 de Noviembre de 2014
No todas las almas son iguales ni a todas se les puede guiar de la misma forma. Yo, Jesús, os hablo.
El director espiritual o confesor asiduo, debe guiar a sus almas según su psicología, sensibilidad, grado de virtudes y debilidad en el pecado, porque hijos, si hasta con la misma talla del cuerpo necesitáis los arreglos correspondientes, también vuestras almas deben guiarse de acuerdo a vuestra forma de ser, entrega a Mí y deseo de santificarse. Yo, Jesús, os hablo.
Invocad siempre al Espíritu Santo a la hora de guiar a un alma, para que Él os asista allá donde no alcancéis vosotros, y os ilumine a saber dirigirla acertadamente. No temáis, hijos, dirigir a ningún alma por complicada que sea o por muy elevada que la veáis en la virtud, porque nadie, nadie es perfecto, y cada uno tiene necesidad de ser guiado convenientemente hacia las moradas eternas y celestiales. Es humilde el alma que desea ponerse bajo la dirección de Mis sacerdotes, aunque Yo pido a Mis sacerdotes que sean comprensivos y tolerantes pero firmes. Y en aquellas faltas o debilidades en qué más cae el dirigido, poned mayor empeño, para que esas debilidades se venzan cada vez con más facilidad, Yo, Jesús, os asistiré con Mi gracia.
Dirigir a un alma es una tarea que a veces os produce rechazo, sin embargo, ello lo debe hacer un sacerdote, y lo mismo que un sacerdote también tiene su director, así las almas que desean vivir en perfección, deben tener igualmente su director espiritual y tratar de obedecerle, siempre que lo indicado vaya acorde con Mis normas y leyes. Yo, Jesús, os hablo.
Un director espiritual es algo muy serio y sagrado, por eso, no se debe hablar con el confesor como si fuera un amigo y conversar anécdotas que nada tienen que ver con la santidad. Tampoco se deben de omitir aquellas circunstancias que el director debe saber, aunque os produzcan vergüenza o pudor. Hijos, tanto como el que dirige como el dirigido, deben en todo momento invocar a Mi Santo Espíritu, para hacer las cosas según la voluntad divina. Yo, Jesús, os hablo.
Ayudad, sacerdotes Míos, a Mis almas a caminar más y mejor en la virtud, y aunque advirtáis que hay almas que os aventajan en la misma, no por eso las abandonéis, porque vuestra labor es santa y necesaria para con ellas. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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