Los bendigo a todos.
Todos son Mis hijos… sin distingos, sin límites y sin fronteras. A todos amo y a todos cobijo con Mi Manto Materno.
Amados Míos:
Amadísimos hijos:
Amado Pueblo Mío,
Pueblo Mexicano: Les llamo a mantenerse en el Amor de Mi Hijo. Mis verdaderos hijos no alzan su mano contra sus hermanos. Entreguen el dolor, por la conversión de toda la humanidad. Mantengan la calma. En este instante, la agitación en que vive la humanidad, sumerge el corazón del hombre en un combate constante en contra de sus semejantes.
Hijos, ¡les amo tan intensamente! Les bendigo con todo el resplandor de Mi Corazón que brilla al infinito alimentando los rayos del Sol y depositando en cada uno de ustedes esa luz que necesitan en este instante para no permitir dejarse envolver en la violencia, fruto de la falta de consciencia del hombre, fruto de su alejamiento de Mi Hijo y fruto de la falta de humildad.
El hombre en su afán de conocimiento, aunque no precisamente para el bien, ha entrado a competir con Mi Hijo y Yo, como Madre, les llamo nuevamente a que sean conscientes, piensen y razonen en que ustedes son creaturas de Dios limitadas y no podrán superar al Dueño de la Creación; en su lugar atentan contra el Don de la Vida creando enemistad entre Pueblos, y esa enemistad se tornará en violencia y la violencia en guerra.
Amadísimos:
Amados Míos:
y en este instante en que esa economía se encuentra a punto de derrumbarse, Mi Llamado es para que Mis fieles dupliquen su oración y sus ofrecimientos voluntarios por todos aquellos que mantienen su vida basada en el dios dinero, los cuales ante una caída inminente de la economía, se sentirán derrumbarse, perderán la vida por libre voluntad, al ser débiles, al no tener cimentada su Fe en la Providencia Divina.
Ustedes amados Míos:
Ya saben que Mi Hijo no promete en vano y Él ha prometido el auxilio de Su Casa hacia todos los fieles, y Yo, como Madre de toda la humanidad, en Mi Tilma les mantengo a todos, absolutamente a todos.
Ustedes, amados Hijos, miren hacia lo alto, no olviden que la Mano de Mi Hijo caerá sobre la Tierra con Su pronta Justicia. Pero en todo instante, con Su infinita Misericordia Mi Hijo exhala Su Aliento Divino sobre toda la humanidad, recibiendo la criatura humana el auxilio que traerá Mi Hijo sin demora, cuando así lo ameriten. Se asoman instantes dolorosos para la Iglesia de Mi Hijo.
Ustedes mantengan la Fe en alto y confíen en Mí. Mi Hijo me ha nombrado Defensora de Su Iglesia y Yo, como Emperatriz de las Américas, los he acogido a todos.
Amados Hijos:
Encuentren ese silencio interior, esa Paz que buscan fuera de ustedes; salgan ya del ir y venir cotidiano que les transforma en creaturas despersonalizadas, sumergidas en un continuo repetir los actos de sus hermanos sin medir las consecuencias de estos actos.
Hijos, son instantes de premura, viven ustedes el instante del último instante. Acérquense a Mi Hijo y aliméntense del Manjar Divino. La fuerza se duplicará si son conscientes de que Mi Hijo permanece vivo y presente en el Banquete Eucarístico.
Me mantengo mirando a toda la humanidad y todas Mis Legiones desde lo alto miran a la humanidad, miran cómo rechaza a Mi Hijo y Sus Enseñanzas, miran cómo Me desprecian y Me anulan.
Amados:
Ustedes que desean ser los últimos y dar los primeros lugares a sus hermanos…
Ustedes que por acercarse a Mi Hijo no desprecian a sus hermanos…
Ustedes que no juzgan a sus hermanos sino que son conscientes de que Mi Hijo es el único que puede emitir un juicio…
Ustedes que oran ante el Sagrario…
Ustedes que oran y se dicen fieles…
Yo, como Madre de todos, les invito a orar por este Mi Pueblo Mexicano para que la paz reine en él y Mis hijos no levanten sus manos contra el Don de la Vida de sus semejantes. Les invito a orar por Inglaterra, llorará ante la acción del terrorismo.
Amadísimos Míos:
No desprecio a ninguno de Mis Hijos, aun aquellos que no Me aman son Mis hijos y por ellos Me mantengo llamándoles constantemente.
Les bendigo especialmente en este instante de festejo de la humanidad hacia esta Madre, que les protege en todo instante, porque son el tesoro que corona a esta humilde Madre que les ama infinitamente.
Les bendigo,
Hermanos (as):
La Santísima Virgen María se me hizo presente bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe…
La Madre llega con un suave viento que roza mi cara, con un amor profundo me invade cuando se va a hacer presente.
De mirada penetrante hasta tocar el alma, con su voz de una armonía impensable, ya que nace de Su infinito Amor, la Madre Santísima, sin emitir Palabra, me habla con Su Mirada, no obstante emite Su Palabra para toda la humanidad. Su belleza es reflejo de la Obra de las Manos del perfecto Escultor Divino.
Sus Mejillas, un poco matizadas por Su Tez morena, se miran más resplandecientes al lado de la luz de las estrellas de Su Manto, las cuales, no las veo pintadas, sino son estrellas perfectamente formadas, con relieve, colocadas en Su Manto de suave y transparente seda celeste como las nubes de verano.
Comparo con la seda, pero no es seda como la que conocemos, ya que es tan transparente y suave que logra moverse sin viento. El borde del Manto lleva un delicado bordado de oro, seguramente hilado por los mismos Ángeles que le han bordado tan maravillosa obra de arte, dejando al descubierto Su cabello negro.
Viste un hermoso traje bordado color rosa, ceñido y en lo alto del vientre abultado. Lleva el Crucifijo a la altura del cuello, le miro fijamente, es tan real, tan vivo…
¡Cómo no va a ser así, si es la Madre de Nuestro Señor!
Me sorprenden las Constelaciones que miro en el Manto, recordando las noches que he pasado mirándolas de lejos y en este instante se han acercado tanto, que hasta siento como si la Bóveda del Cielo estuviera sobre mi persona.
Sus ojos brillan cristalinos como dos luceros me invitan a penetrar en cada pestañar, en cada movimiento y sobre todo me invitan a seguirle como fiel devota hija Suya.
Sus labios finamente esculpidos, se van abriendo y siento mi corazón embelesarse por cada una de las Palabras Maternas que no se hacen esperar, siendo emanación de ternura y bondad… y no logro encontrar las palabras precisas para continuar describiendo, lo que mi alma percibe: Ella es Amor.
Así luego de permitirme que la mire con detalle, inicia la Madre con amor, ternura y suavidad el mensaje, sin dejar de expresar en Su Rostro Santísimo, la preocupación por Sus hijos.
Amén
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