En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
La infancia espiritual se centra en la confianza y el abandono, dos temas complejos en nuestras vidas pero que si lo logramos se nos resuelven muchas cosas.
Ser pequeño a los ojos de Dios es saber aceptar lo que la vida te presenta pero que te sabes necesitado de Dios y teniendo la capacidad de decirle a Dios que vos no podes, que sos débil. Es en ese momento cuando te abandonas donde Dios busca mostrarte sus maravillas. Es allí, en lo simple y en lo sencillo donde Dios te pone su grandeza, DIOS ES SIMPLE, dirá un término filosófico tomista.
Pero uno sabe que le cuesta, porque uno busca entenderla a la vida, controlarla y también experimentarla, uno busca ser un científico de la vida, sólo busca resultados.
La vida no es sólo resultados, no son ejercicios matemáticos sino mas bien la vida es sorpresa y búsqueda.
Por ello la clave de esto es saberse abandonado y confiado en Dios. Santa Teresita nos lo muestra con sus escritos pero más aún con su frase "mi pequeñez y mi pobreza es lo que agrada a Dios".
Pero el infantilismo es ese acto caprichoso que uno tiene en la vida, es ese punto de cerrazón que hasta le exigís a Dios lo que queres y también su forma de pago. Es por ello que hoy el Señor te invita a un camino, el de la pequeñez y confianza. Espero que no t hayas hecho un viejo amargado renegón de la vida o un infantilista caprichoso. Mirá que un católico amargado puede complejizar muchas cosas.
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