Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Mt. 5, 43-48:: un cristiano más que ser perfecto debe ser auténtico y esa autenticidad es la que lo llevará a la perfección. Como luchar?
1) Perdonando: es aquel típico ejemplo que pongo siempre: “cuando la víbora te pica, ¿corres tras ella o te sacas el veneno? La clave de ti vida es que el rencor no gire en torno a tu vida sino te mata. Mas bien sacá el veneno del rencor que hay en tu corazón.
2) Silenciandose: la humildad nos enseña a cultivar una sana relación con nosotros mismos asumiendo nuestra miseria, en cambio el orgullo nos lleva a no reconocer nuestras limitaciones. Cuando caemos en esto último tenemos ds opciones:
A) Por defecto: hacernos creer que no tenemos carencias. Esta soberbia te lleva a darte golpes muy duros.
B) Por exceso: lleva a exagerar nuestras flaquezas. Es una soberbia invertida, es un pesimismo radical y puede alimentar una autocompasión nociva para la salud psíquica. No es sólo orgulloso quien exagera sus virtudes sino también sus defectos.
Quien sabe hacer silencio se rige en la verdad y lo lleva a tomarse en serio a su propia vida. Siempre es bueno callar y escuchar.
Busca perdonar y saber silenciarte y podrás ver más la obra de DIOS que está haciendo en tu vida.
Buen sábado!
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