CONVERTID COMO MARÍA SANTÍSIMA TODO EN ORACIÓN, LOS TRABAJOS MÁS INSIGNIFICANTES, LAS HORAS DE DESPACHO, MOSTRADOR O CONDUCCIÓN
17 de Febrero de 2016
Hijos de Dios, muchos creéis que amáis a Jesús y sí es verdad, pero que mezquino y ruin es el amor de muchos de vosotros, porque le sois fieles cuando las cosas os van bien, pero que abandonado lo tenéis en las blasfemias, en los ultrajes, en la adoración y en todo aquello que tanto necesita de vosotros para Su consuelo y Su gloria. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Si los Ángeles estuvieran en vuestras circunstancias no dejarían a Jesús ni por un momento, y vosotros por una visita mínima que le hacéis de vez en cuando ya os creéis cristianos excelentes. Esto va también para los sacerdotes que siendo personas dedicadas al ministerio divino, que fríos son, que indiferentes, que tibios celebrando la Santa Misa y que poca vida de oración tienen. Hijos de Dios, lo que dejéis de hacer en esta vida, omitido será por toda la eternidad, por eso, esforzaos más, ya no solo por la gloria de vuestro Redentor, sino para méritos de vuestra alma y vuestra salvación eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Estáis en Cuaresma pero de poco os priváis por no decir de nada. Coméis, bebéis y veis la televisión lo mismo que cualquier época del año. Vuestros gustos son los primeros y no debe de ser así. Las cosas de Dios deben ser las primeras y con mucha diferencia de las vuestras, por tanto hijos, cuando el deber tengáis que anteponerlo a las cosas espirituales, haced éstos con espíritu de oración y por amor a Dios, y así, todo quedará convertido en oración y para la gloria de Dios y bien de la Santa Madre Iglesia.
Todo lo que hagáis envueltos en amor, y con espíritu de oración, todo llegará al trono de Dios y a Él le servirá y lo aplicará al bien de las almas, de las cuales las vuestras serán las primeras en beneficiarse. Convertid como María Santísima todo en oración, las cosas más sencillas del hogar, los trabajos más insignificantes, las horas de despacho, de mostrador, de conducción, todo convertirlo en oración, y ofrecedlo a Dios Altísimo, para que Él lo devuelva como lluvia beneficiosa para el bien de las almas y de la Santa Madre Iglesia. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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