¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Sermón CO 61a; PL 57, 233
Así que, de la misma manera que en estos días de solsticio, la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos también nuestra justicia. De la misma manera que la claridad de este día es un bien común a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a los viajeros como a los pobres. El mundo, en este tiempo restringe la duración de las tinieblas; y nosotros acortemos las sombras de nuestra avaricia… Que se funda todo hielo en nuestros corazones; que crezca la semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador.
Hermanos, preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con vestidos resplandecientes de blancura. Hablo de los que visten el alma, no el cuerpo. El vestido que cubre nuestro cuerpo es una túnica sin importancia. Pero el cuerpo es un objeto precioso que reviste al alma. El primer vestido está tejido por manos humanas; el segundo es obra de las manos de Dios. Por eso es necesario velar con una solicitud muy grande para preservar de toda mancha la obra de Dios… Antes de la Natividad del Señor, purifiquemos nuestra conciencia de toda suciedad. Presentémonos, no revestidos de seda, sino con obras de valor… Comencemos, pues, por adornar nuestro santuario interior.
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