Novena completa de la Santa Navidad
De la Sierva de Dios, Luisa Piccarreta.
Por la señal de la Santa Cruz
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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo
ORACIÓN INICIAL:
Oh buen Jesús, te damos gracias porque nos llamas a la unión contigo por medio de la oración. Te pedimos nos concedas la gracia de tu Espíritu, y la compañía de Maria nuestra Madre para orar como conviene. Queremos unirnos a Ti y en tu adorable Voluntad rezar esta Santa Novena.
Haz que meditemos, conservando amorosamente en nuestro corazón, el infinito tesoro de tu Vida, de todos tus actos y los de nuestra Madre Celestial, al acompañarte en estas Horas.
Queremos sellar todos tus actos con nuestro pequeño “Te amo, te adoro, te bendigo, te agradezco, por mí y por todos” de modo que en todos ellos encuentres nuestra amorosa compañía, y hecho esto, es nuestra intención pedir a Dios nuestro Padre junto contigo, con nuestra Madre del Cielo, con todos los Ángeles y santos y con toda la Creación, que “Venga tu Reino, y que tu Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo”. Amen
ACTO DE CONTRICIÓN:
Dios mío, perdóname; yo tuve la osadía de ofenderte y de rebelarme contra ti, en el mismo instante en que tú me amabas.
Me arrepiento de todo Corazón de haberte ofendido.
Te ruego, te suplico que me concedas tu amargura, a fin de poder dolerme con ese mismo dolor con el que tú te doliste por mis pecados; dolor tan grande e intenso que te hizo sudar sangre.
Madre Celestial, alcánzame de tu Jesús el suspirado perdón.
Yo propongo y prometo del modo más enérgico y absoluto nunca mas volver a pecar. Amén.
Séptima Hora
(Amor despreciado)
La voz interior continuaba:
"Hija mía, no me dejes solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no salgas del seno de mi Mamá para que veas el séptimo exceso de mi amor.
Escúchame: en el seno de mi Padre celestial Yo era plenamente feliz, no había bien que no poseyera, alegrías, felicidad, todo estaba a mi disposición; los ángeles reverentes me adoraban, estaban a mis órdenes. Ah, el exceso de mi amor – podría decir – me hizo cambiar fortuna, me restringió en esta tétrica prisión, me despojó de todas mis alegrías, felicidad y bienes para vestirme con todas las infelicidades de las criaturas, y todo esto para hacerles el cambio: para dar a ellas mi fortuna, mis alegrías y mi felicidad eterna. Pero esto habría sido nada si no hubiera encontrado en ellas suma ingratitud y obstinada perfidia. ¡Oh, cómo mi amor eterno quedó sorprendido ante tanta ingratitud y lloró por la obstinación y perfidia del hombre! La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre... ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento!
Hija mía, tú no me seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera aterido de frío.
Pero ante tanta ingratitud mi amor no se detuvo; se puso en actitud de amor suplicante, gimiente y mendicante, y este es el octavo exceso de mi amor."
Petición personal.....
MISTERIO DEL ROSARIO
LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE JESÚS
“Padre Santo, mírame, aquí estoy, cargado de todos los pecados del mundo; no hay culpa que no recaiga sobre mí. Por eso, ya no descargues sobre los hombres los flagelos de tu divina justicia, sino sobre mí, tu Hijo. Padre mío, detén tu furor contra la pobre humanidad; están ciegos y no saben lo que hacen. Por eso, obsérvame bien y mira como he quedado reducido. Si no te mueves a compasión por la mísera humanidad, que te enternezca al menos mi rostro cubierto de salivazos y sangre, amoratado e hinchado por tantas bofetadas y golpes recibidos. ¡Piedad, Padre mío! Yo era el más bello de los hijos de los hombres, y ahora estoy desfigurado que ya no me reconozco, me he convertido en el último de todos los hombres. Por eso, ¡a cualquier precio quiero salvar a la criatura!”
Meditación
1 Padre Nuestro, Diez “Ave Maria” y Gloria
Jaculatoria del misterio:
“¡Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continua en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad! Amen.
Terminar con la oración final...
ORACIÓN FINAL:
Dulce Jesús mío, unido estrechamente a ti quiero darte el testimonio de mi amor, de mi agradecimiento y de todo lo que la criatura tiene el deber de hacer para contigo, por haber tú creado a nuestra Reina y Madre Inmaculada; la más bella, la más santa, un portento de la gracia, por haberla enriquecido de todos los dones y también por haberla hecho Madre nuestra.
Esto lo hago a nombre de todas las criaturas pasadas, presentes y futuras; quiero tomar cada acto de criatura, cada palabra, cada pensamiento, cada latido y cada paso, y en cada uno de ellos decirte que te amo, te doy gracias, te bendigo, te adoro, por todo lo que has obrado en mi Madre Celestial y Madre tuya.
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