El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Benedicto XVI, papa 2005-2013
Audiencia general del 03/05/2006
Esto se evidencia claramente en las carta paulinas: «Os he transmitido lo que yo mismo he recibido» (1C 15,3). Y esto es importante. San Pablo sabe que al principio fue llamado por Cristo, y por tanto es un verdadero apóstol y, sin embargo, lo que cuenta fundamentalmente, también para él, es la fidelidad a lo que ha recibido. No quería él «inventar» un nuevo cristianismo, que podríamos llamar «paulino». Sino que él mismo insiste: «Os he transmitido lo que yo mismo he recibido». Transmitió el don inicial que viene del Señor y que es la verdad que salva. Más adelante, hacia el final de su vida, escribe a Timoteo: «Eres el depositario de esta buena nueva. Guarda este tesoro en toda su pureza con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros» (2Tm 1,14).
Es lo mismo que, nos muestra con eficacia este antiguo testimonio de la fe cristiana, escrito por Tertuliano hacia el año 200: (Los apóstoles) afirmaron la fe en Jesucristo y establecieron Iglesias por toda la Judea y muy pronto, esparcidos por el mundo anunciaron la misma doctrina y una misma fe a todas las naciones, y en ellas fundaron la Iglesia casi en todas las ciudades. A partir de éstas, las demás Iglesias intercambiaban, comunicaban y propagaban su fe y las semillas de la doctrina, y para ser verdaderas Iglesias prosiguen este intercambio y comunicación. Es de esta manera que también ellas reciben el nombre de apostólicas en tanto que descendientes de la Iglesias de los apóstoles».
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