http://hacedloqueosdiga.blogspot.com/2017/01/que-la-gente-diga-sali-reconfortado.html
Hijos Míos sacerdotes, siervos de Mi divino Corazón, os pido y deseo que procuréis la unidad de todos los cristianos y Me tengáis a Mí como el centro y la Cabeza de todo, porque Yo, Jesús, no solo Soy vuestro Redentor sino que también Soy vuestro Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Muchas desuniones podéis arreglarlas vosotros si vivís en estrecha comunión Conmigo. Quiero sacerdotes muy santos y muy entregados a su ministerio y enamorados de Mí. Cuando las almas en sus vidas sufren desdichas de rupturas matrimoniales, fracasos, desalientos y toda clase de amarguras, muchas de ellas van a los sacerdotes, y como muchos de vosotros estáis tan flojos en la fe y en la disponibilidad en Mis asuntos, las dejáis, y se van sin ver en vosotros el amor y la comprensión que esperaban. Debéis de ser pacientes y buenos consejeros. Invocad a Mi Santo Espíritu cuando un alma se os acerque y os cuente problemas conyugales y penas familiares o profesionales. Yo sé que muchos de vosotros no les vais a arreglar el asunto de trabajo o demás, pero al menos podéis reconfortarlas y ayudarles a llevar sus cruces escuchándolas con interés y amor. Yo, Jesús, os hablo.
Que todos seáis uno como Yo y el Padre Celestial somos uno (Jn 17,21). En el Cielo queremos la unidad de los cristianos, pero una unidad cimentada en Mi doctrina y Santo Evangelio, no una unidad de cualquier forma y solo de apariencia, sino una verdadera unidad de corazones y de fe, porque eso sería una grandísima fuerza contra el mal satánico que cada vez tiene más partidarios y toma más terreno en todos los ámbitos. Así que sacerdotes Míos, sed pacientes, tolerantes, emplead vuestro tiempo en escuchar y enjugar lágrimas, en socorrer las amarguras de vuestros feligreses y tratarlos como Yo los trataría, con amor y misericordia, tanto si son culpables de lo sucedido como si no lo son, porque alguno será culpable, otros serán víctimas, pero vosotros debéis querer tanto al que es culpable como al que es víctima, y no entrar en discusión en lo que os cuenten ni aumentar la culpabilidad del que lo sea, ni tampoco aumentar la tragedia del que sufre injustamente. Hijos, dad paz a quienes se acerquen a vosotros. Esto va también para los seglares que se encuentren en semejantes circunstancias. Yo, Jesús, os hablo.
Sé que necesitáis Mi gracia en vuestro ministerio y no os la voy a negar, pero hijos, esforzaos un poco más en ser verdaderos sacerdotes Míos, que la gente diga ¡salí reconfortado! Así que revestíos con la coraza de la oración y la penitencia, y poned en Mis manos todo lo que se os presente para que Yo os ayude en cualquier asunto que tengáis que discernir con las almas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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