Evangelio según San Juan 17,20-26.
Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
"Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
-yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.
Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos".
Jn 17, 20-26:
En este evangelio vemos la unidad que propone que vivamos, pero para vivir la unidad debemos tener algunas características:
1) Sentirme amado por Dios: Es la clave para saber perdonar pero también para buscar la unidad desde el perdón. Para saber unir a los hermanos es necesario saberme unido por Dios.
2) Saber que Jesús es mediador: es muy importante no ponernos como los guías o salvadores de toda relación, un problema que existe dentro de la Iglesia como así también en la sociedad es sentirnos los salvadores de todo, los que tenemos la formula para llevar todo adelante, queremos tomar el rol de mesías.
3) Saber a donde apunta mi vida: si vos sabes lo que queres sabes hacia donde vas, es por ello que el Señor te muestra que tu vida se apuntala a esa unión eterna con Dios que la conseguirás en el cielo, por lo tanto apuntala hacia las cosas del cielo y no a lo terreno.
Que Dios nos ayude a ser mas unidos porque reuniones tenemos de mas.
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