«¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!
¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!".
Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros».
El le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!»
Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul
Discursos ascéticos, 1a serie, n° 60
No alimentes el odio hacia el pecador, porque somos todos culpables. Si, por amor de Dios, lo censuras, llora sobre él. ¿Por qué lo odiarías? Esto son los pecados que conviene odiar, rezando por él si quieres parecerte Cristo. Que lejos de indignarse contra los pecadores, rezaba por ellos (Lc 23,34)... ¿Cuál es pues, tú que sólo eres un hombre, la razón que te hace odiar al pecador? ¿por qué está exento de tu virtud? ¿Pero dónde está tu virtud, si faltas a la caridad?
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