"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


domingo, 30 de octubre de 2016

EVANGELIO DEL DIA Y COMENTARIO. 30 DE OCTUBRE DE 2016

Del Santo Evangelio según San Lucas 19,1-10.
www.evangeliodeldia.org
Image result for San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Leer el comentario del Evangelio por
Filomeno de Mabboug (¿-c. 523), obispo de Siria
Homilía 4, 79-80

Zaqueo descubre el único verdadero bien

      Nuestro Señor ha llamado a Zaqueo del sicómoro sobre el cual se había subido, y enseguida se apresuró Zaqueo a bajar para recibirle en su casa. Fue porque, incluso antes de que le llamara, esperaba verle y llegar a ser discípulo suyo. Es una cosa admirable que Zaqueo haya creído en Él sin que Nuestro Señor le hubiese hablado y sin haberlo visto antes con los ojos de su cuerpo, sino simplemente por la palabra de los otros. La fe que había en él había estado guardada en su vida y en su salud natural. Y esta fe ha sido puesta de manifiesto cuando ha creído en Nuestro Señor en el momento mismo en ha tenido noticia de su llegada. La simplicidad de esta fe apareció al prometer dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces más lo que había obtenido de manera deshonesta.

      En efecto, si el espíritu de Zaqueo, en aquel momento, no se hubiera llenado todavía de la simplicidad propia de la fe, no hubiera hecho esta promesa a Jesús y no habría gastado y distribuido lo que había recogido en tantos años de trabajo. La simplicidad ha derramado por todos lados lo que la astucia había recogido, la pureza de alma ha dispersado lo que el engaño había adquirido, y la fe ha renunciado a lo que la injusticia había obtenido y poseído, y ha proclamado que todo eso no le pertenecía.

      Porque Dios es el único bien de la fe, y ésta rechaza poseer otros bienes junto con Él. Para ella todos los bienes tienen poco importancia a no ser el único bien durable que es Dios. Hemos recibido la fe para encontrar a Dios y no poseer nada más que él, y para darnos cuenta de que todo lo que no es Él no sirve para nada.



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