Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".
San Elredo de Rieval (1110-1167), monje cisterciense
Sermón en la Asunción
Así, pues, durante esta vida de miseria y trabajos es necesario que Marta habite en vuestra casa... Mientras tengamos necesidad de comer y de beber, tendremos también necesidad de dominar nuestras pasiones, nuestro cuerpo por los desvelos, del ayuno y del trabajo. Esta es la parte de Marta. Pero también hace falte que esté presente en nosotros María, la actividad espiritual, ya que no nos debemos entregar sin cesar a los ejercicios corporales, también nos hace falta descansar, gustar cuán bueno y cuán suave es el Señor, sentarnos alos pies de Jesús y escuchar su Palabra.
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