El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Homilia 65 sobre Lucas
Este grande y adorable misterio de nuestro Salvador estaba escondido en el conocimiento del Padre, desde antes de la creación del mundo. También nosotros, somos conocidos y predestinados, adoptados como hijos. Así lo enseña San Pablo cuando dice: "Bendito sea Dios, Pare de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido por medio de Cristo con toda clase de bienes espirituales. El nos eligió antes de la creación del mundo para que nosotros fuéramos santos e inmaculados en su presencia; en su amor El nos ha destinado a ser adoptados como hijos suyos, por medio de Jesucristo" (Ef. 1,3-5) El Padre nos ha dado a conocer, a nosotros los pequeños, el misterio escondido de todos los tiempos..." A vosotros, dice Jesús, se os ha concedido comprender los misterios del Reino de los cielos" (Lc.8,10), a vosotros que habéís creído, que habéís conocido la Revelación del Cristo, que entedéis la ley en su sentido espiritual, que estáís atentos a entender las profecías, que confesaís que Cristo es Dios y Hijo de Dios, a vosotros a quien el Padre ha tenido a bien de revelar a su Hijo.
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