Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Palabra de Dios, Gloria a Ti Señor Jesus
Beato Pablo VI, papa 1963-1978
Homilía en Manila, 29•11•1979
Nunca acabaría de hablar de él: él es la luz, es la verdad; mucho más, es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Es el Pan, la Fuente de agua viva que sacian nuestra hambre y nuestra sed (Jn 6, 35; 7, 38); Es el Pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Igual que nosotros, y más que nosotros, ha sido pequeño, pobre, humillado, trabajador, desdichado y paciente. Para nosotros habló, hizo milagros, y fundó un Reino nuevo en el que los pobres serán dichosos, en el que la paz es el principio de la vida de todos juntos, en el que los que son puros de corazón y los que lloran serán exaltados y consolados, en el que los que suspiran por la justicia serán escuchados, en el que los pecadores pueden ser perdonados, en el que todos son hermanos.
Jesucristo: vosotros habéis oído hablar de él, e incluso la mayoría sois ya de los suyos, sois cristianos. ¡Pues bien! A vosotros cristianos os repito su nombre, a todos os lo anuncio: Jesucristo es «el principio y el fin, el alfa y la omega» (Ap 21,6). ¡Él es el rey del mundo nuevo; es el secreto de la historia, la llave de nuestro destino; es el Mediador, el puente entre la tierra y el cielo...; el Hijo del hombre, el Hijo de Dios..., el Hijo de María... Jesucristo! Acordaos: es el anuncio que hacemos para la eternidad, es la voz que hacemos resonar por toda la tierra (Rm 10,18) y por los siglos de los siglos.
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