MI MADRE NO PERMITIRÁ QUE GANEN LA BATALLA DEL MAL
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25 de Septiembre de 2016
Hijos de Dios, quiero manifestaros que estáis en el mundo rodeado de demonios de toda clase y que debéis llevar armas y estar preparados para que su veneno no os lo inoculen en el alma. Yo, Jesús, os hablo.
No importa que seáis sacerdotes, obispos u otros cargos eclesiásticos, los demonios están entre vosotros, tratando de hundiros lo más profundo posible en el abismo infernal, y dándoos toda clase de tentaciones, que para que no sepáis que son ellos los que os inoculan el mal, lo disfrazan de programas de televisión, de películas, de revistas y de amistades pecaminosas, que no saben decir más que palabras soeces, y tacos de toda clase.
Cuidad de vuestros pequeños, que a los niños también persiguen los demonios y los tenéis muy mal preparados y protegidos para las batallas del mal. No les enseñáis a santiguarse, no les enseñáis a rezar, no los lleváis al Templo, y sin embargo, que avispados están en otras muchas cosas que para su corta edad no deberían saber. Yo, Jesús, os hablo.
Estáis rodeados de malignos espíritus en todos los sitios, y en las familias también, por eso tened imágenes bendecidas y veneradlas para que ellos huyan despavoridos a lugares donde deben estar y no entre vosotros. Ellos están eufóricos porque creen que han conquistado el mundo y se jactan de ello, pero no hijos, Mi Madre es la que puede con todos ellos y no permitirá que ganen la batalla del mal, porque Ella y Mis Santos Ángeles con San Miguel a la cabeza, los expulsaran sin miramientos hacia los abismos infernales. Todo en su momento. Ahora vuestra mayor preocupación debe ser vivir en estado de gracia.
Hijos, borrad pecados de vuestras almas que muchos los tenéis bien arraigados y tratad de humillaros ante Dios Altísimo y pedirle Su misericordia y Su gracia para no volver a caer en la tentación. Propagad este mensaje, dadlo a conocer a personas que viven tan seguras de su situación espiritual y de sí mismas. Id a los confesionarios, lavaros en el Sacramento de la Penitencia y no ocultéis ni un solo pecado por aberrante que sea, porque entonces saldréis del confesionario peor que entrasteis. Yo, Jesús, os hablo y os informo.
Todo esto también va para los sacerdotes que algunos creen que porque son sacerdotes no necesitan la confesión ni el perdón en el confesionario, y nada más lejos, ellos deben confesar a menudo aunque no tengan pecados mortales para que se fortalezcan, y ayuden a otros a librar las muchas batallas que personal y colectivamente les vendrán. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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