Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".
"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".
Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego
Himno 2
conocerte y adorarte, Dios mío.
Porque « la vida es que te conozcan a ti, único Dios verdadero» (Jn 17,3),
creador y autor de todo,
no engendrado, no creado, sin principio, único,
y a tu Hijo, engendrado de ti,
y al Espíritu santísimo, que procede de ti,
la trino-unidad digna de toda alabanza...
¿Qué hay donde residen los ángeles, los arcángeles,
las soberanías, los querubines y los serafines
y todos los demás ejércitos celestiales,
como la gloria o como la luz de inmortalidad,
qué gozo, qué esplendor de vida inmaterial,
sino la única luz de la Santa Trinidad?...
Cítame un ser incorpóreo o corpóreo
y verás que es Dios quien lo ha hecho todo.
Si se te habla de un ser cualquiera, sea del cielo,
sea de la tierra o de los abismos,
también para ellos, para todos, no hay más que una vida, una gloria,
un deseo y un reino,
una única riqueza, gozo, corona, victoria, paz,
o cualquier otro resplandor:
el conocimiento del Principio y de la Causa
de donde viene todo, de donde ha nacido.
Allí está el que mantiene las cosas de arriba y las cosas de abajo,
allí está el que pone orden a todos los seres espirituales,
allí está el que reina sobre todos los seres visibles...
Han crecido en conocimiento y redoblado en temor
viendo caer a Satán
y sus compañeros llevados de la presunción.
Los que han caído han olvidado todo esto,
esclavos de su orgullo;
mientras que todos los que han conservado el conocimiento,
levantados por el temor y el amor,
se han unido a su Señor.
Así el reconocimiento de su señorío
producía también el crecimiento en el amor
porque veían mejor y más claramente
el resplandor fulgurante de la Trinidad.
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