sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Compartir significa partir el pan con el otro, dar de lo que tengo y vivo con el otro pues no es lo que saco de la heladera o del placar sino de lo que tengo puesto, de lo que uso o del plato que cómo, es partir mi vida, es dar de mi tiempo y de mi escucha; son en estos gestos sencillos donde se ve el amor verdadero de un hermano y de una Iglesia viva. En este sentido la Iglesia no se deja ganar en generosidad y además nos hace ver como nuestras buenas obras se multiplican, sino mirá como se multiplicó la obra de doce locos.
Pero en esta vida de siembra y cosecha también se pasa la hoz, también existen tiempos de corte y desprendimiento que en principio nos duele y nos cuesta entender pero esos cortes nos llevan a madurar y a dar frutos en la vida. Renunciar no es facil pero Dios se encarga de mostrarte que de toda renuncia aparece algo nuevo y distinto.
Confía en los frutos que te propone Dios y déjate sorprender, vos compartí que Dios se encargará de multiplicar y sino mira cuanta gente sigue luchando en la vida y su motor es ese Cristo crucificado.
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