Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Alguno de los síndromes farisaicos:
1) Sentirse importante: es uno de los puntos que más nos cuesta ya que a todos nos pica el bichito del orgullo y de sentirnos exaltados. Es esa actitud de sentirse los primeros y como que sos el único que puede resolver los problemas.
2) Importa la imagen: lo que más le puede llegar a doler es que lo bajen de categoría, es como esa persona que en cualquier momento la van a correr y como sabe renuncia porque prefiere decir que renuncia a que la corrieron. Le interesa lo que digan de él o de ella. Incluso esto pasa dentro de la Iglesia. Por eso vemos personas que pasan años en el mismo puestito y no quieren soltar el cargo.
3) Exageran en su actuar y hablar: este síndrome te lleva a tener una actitud de plena exageración. Lo mínimo que haga esta persona lo eleva a la enésima potencia. Y acompañado de la exageración tiende a victimizarse pues le gusta llamar la atención y si no logra llamar la atención tiende a victimizarse.
El Señor nos muestra que no le importa lo que hagamos sino el sentido de las cosas que hacemos y por qué lo hacemos. La vida no pasa en mostrarse por las cosas sino en hacer con amor las cosas.
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