de los herejes, que siempre devastan los apriscos de la Iglesia
y desgarran la grey de Cristo por cualquier lugar que pueden?
Para sorprender más arteramente a las ovejas incautas,
conservando su ferocidad de lobos, deponen su aspecto de
lobos y se revisten, como de vellocino, con las palabras de
la Ley divina, para que nadie, al ver primero la suavidad
de la lana, tema jamás la mordedura de los dientes.
(Mt 7, 16). Esto es: cuando hayan comenzado no sólo a citar,
sino también a exponer aquellas divinas palabras; no sólo a
acogerse a ellas, sino también a interpretarlas, entonces se
mostrará aquella amargura, aquella animosidad, aquella rabia;
entonces se exhalará el nuevo virus; entonces aparecerán las
profanas novedades (1 Tim 6, 20); entonces verás que se
rompe el primer cercado (Qoh 10, 8), que los límites
establecidos por nuestros padres son desplazados (Prv 22, 98),
que se ataca a la fe católica, que se destroza el dogma de la
Iglesia.“
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