Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".
Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo:
"Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.
Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
Y esta noticia se divulgó por aquella región.
En nuestra vida cristiana no puede pasar eso, todo hijo de Dios debe ser tratado como tal, pero por sobre todo, tratá de descubrir que es lo que el otro tiene para aportar a tu vida. Incluí a tu hermano y verás milagros de Dios en vos.
Recorda que tocando a Jesús uno puede curarse y para tocarlo necesitas: Fe, audacia y confianza.
FE: para saber que Dios es el único que puede resolver las luchas de tu vida.
AUDACIA: para llegar a Jesús luchando contra la corriente que te aleja.
CONFIANZA: para saber que sólo Dios puede manejar esta situación de tu vida y te muestra que no te defrauda.
Fe, Audacia y Confianza, tres elemento que te ayudan a sanar tu corazón y un mejor trato con tus hermanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario