«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
- Recorrer: así comienza el evangelio, salí a ver a los tuyos, mira y controla, pero no controlar como policía sino como esa madre que cuando están todos acostados ella va a la habitación de sus hijos y ve si están dormidos.
- Enseñar: es aquello a lo que estamos llamados, formarnos y formar. No está mal estudiar el catecismo o meterte en páginas que te ayuden en la fe y te instruyen en ella.
- Proclamar: es dar a conocer tu experiencia con Jesús, es manifestar. Es contar a todos lo que vos viviste con Jesús.
- Curar: hoy tenemos mucha gente herida a nuestro alrededor. Muchas personas con moretones en la vida y cortaduras serias. Hay muchos desangrados, producto de la división y del egoísmo.
- Compasión: es padecer con el otro. Es estar ante ese hermano que me necesita y no preocuparme por el qué dirán sino preocuparme por mi hermano y su bien.
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