"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


miércoles, 10 de mayo de 2017

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DECIMO DIA

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
S.D. LUISA PICARRETA

FIAT ! ! !
DECIMO DIA

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Oración a la Reina del Cielo
Para cada día del mes de mayo.

Reina Inmaculada, Celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes en este mes a ti consagrado, la gracia más grande: Que me admitas a vivir en el Reino de la Divina Voluntad. Mamá Santa, Tú que eres la Reina de este Reino admíteme a vivir en él como hija tuya, a fin de que ya no esté desierto, sino poblado de hijos tuyos.
Soberana Reina, a ti me confío a fin de que Tú guíes mis pasos en el Reino del Querer Divino. Teniéndome tomada con tus manos maternas guía todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a Mamá mía te hago entrega de mi voluntad a fin de que Tú me la cambies por la Voluntad Divina, y así pueda yo estar segura de no salir de su Reino. Te pido que me ilumines para que yo pueda comprender bien qué significa Voluntad de Dios.

Ave María…
Florecilla del mes: En la mañana, a mediodía y en la tarde, es decir, tres veces al día, ir sobre las rodillas de nuestra Mamá Celestial y decirle: “Mamá mía, te amo; ámame Tú también, da un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.”
La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad.
Alba que surge para poner en fuga la noche del
querer humano. Su nacimiento glorioso.
El alma a la Reina del Cielo:
Heme aquí oh Mamá santa, cercana a tu cuna para ser espectadora de tu nacimiento portentoso, los Cielos estupefactos, el sol te fija con su luz, la tierra exulta de alegría y se siente honrada por ser habitada por su pequeña recién nacida Reina, los ángeles hacen competencia para rodear tu cuna para honrarte y estar listos a tus indicaciones. Así que todos te honran y quieren festejar tu nacimiento, también yo me uno a todos, y postrada ante tu cuna, ante la cual veo como raptados a tu madre Ana y a tu padre Joaquín, quiero decirte mi primera palabra, quiero confiarte mi primer secreto, quiero vaciar mi corazón en el tuyo y decirte: “Mamá mía, Tú que eres alba anunciadora del Fiat Divino sobre la tierra, ¡Ah! pon en fuga la tenebrosa noche del humano querer en mi alma y en el mundo entero. ¡Ah! sí, sea tu nacimiento nuestra esperanza, que como nueva alba de gracia nos regenere en el reino de la Divina Voluntad.
 Lección de la recién nacida Reina
Hija de mi corazón, mi nacimiento fue prodigioso, ningún otro nacimiento puede decirse igual al mío, Yo encerraba en Mí el Cielo, el Sol de la Divina Voluntad, y también la tierra de mi humanidad, pero tierra bendita y santa que contenía las más bellas flores, y si bien recién nacida apenas, Yo contenía el prodigio de los más grandes prodigios: El Querer Divino reinante en Mí, el cual encerraba en Mí un Cielo más bello, un Sol más refulgente que el de la Creación, del cual era también Reina, contenía también un mar de gracias sin confines que murmuraba siempre amor, amor hacia mi Creador. Por eso mi nacimiento fue el verdadero amanecer que pone en fuga la noche del humano querer, y conforme iba creciendo, así formaba la aurora y llamaba el día esplendidísimo para hacer surgir el Sol del Verbo Eterno sobre la tierra.
Hija mía, ven a mi cuna a escuchar a tu pequeña Mamita. En cuanto nací, abrí los ojos para ver este bajo mundo, para ir en busca de todos mis hijos para encerrarlos en mi corazón, darles mi materno amor y regenerándolos a la nueva vida de amor y de gracia, darles el paso para hacerlos entrar en el reino del Fiat Divino, del cual era poseedora. Quise hacerla de Reina y de Madre encerrando a todos en mi corazón para poner a todos al seguro y darles el gran don del reino divino. En mi corazón tenía lugar para todos, porque para quien posee la Divina Voluntad no hay estrecheces, sino amplitudes infinitas, por eso te vi también a ti, hija mía, ninguno se me escapó; aquel día todos festejaron mi nacimiento y también para Mí fue fiesta, más sin embargo al abrir mis ojos a la luz tuve el dolor de ver a las criaturas en la densa noche del querer humano. ¡Oh! en que abismo de tinieblas se encuentra envuelta la criatura que se hace dominar por su voluntad, esa es la verdadera noche, pero noche sin estrellas, a lo más algunos rayos fugaces, que fácilmente son seguidos por truenos, que rumoreando acumulan más densas tinieblas y descargan la tempestad sobre la pobre criatura, tempestad de miedo, de debilidades, de peligros, de caídas en el mal. Mi pequeño corazón quedó traspasado al ver a mis hijos bajo esta horrible tempestad en que la noche del humano querer los había arrollado. Ahora escucha a tu Mamá, estoy en la cuna todavía, soy pequeña, ve mis lágrimas que derramo por ti, cada vez que haces tu voluntad es una noche que formas para ti, y si tú supieras cuánto mal te hace esta noche, llorarías conmigo, te hace perder la luz del día del Querer Santo, te voltea de cabeza, te paraliza en el bien, te rompe el verdadero amor y quedas como una pobre enferma a la que le faltan las cosas necesarias para curarse. ¡Ah! hija mía, hija querida, escúchame, no hagas más tu voluntad, dame tu palabra que contentarás a tu pequeña Mamita.
El alma:
Mamita santa, me siento temblar al sentir la fea noche de mi voluntad, por eso estoy aquí cerca de tu cuna para pedirte la gracia, que por tu nacimiento prodigioso me hagas renacer en la Divina Voluntad, yo me estaré siempre cerca de ti celestial niñita, uniré mis plegarias y mis lágrimas a las tuyas para impetrar para mí y para todos el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.
Florecita: Hoy para honrarme vendrás tres veces a visitarme en mi cuna, diciéndome cada vez: “Celestial niñita, hazme renacer junto contigo en la Vida de la Divina Voluntad.”
Jaculatoria: Mamacita mía, haz surgir el alba de la Divina Voluntad en mi alma.

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