"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


lunes, 8 de mayo de 2017

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. OCTAVO DIA

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
S.D. LUISA PICARRETA

http://www.divinavoluntad.info/Reina%20Espanol.htm

FIAT ! ! !
OCTAVO DIA
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Oración a la Reina del Cielo
Para cada día del mes de mayo.

Reina Inmaculada, Celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes en este mes a ti consagrado, la gracia más grande: Que me admitas a vivir en el Reino de la Divina Voluntad. Mamá Santa, Tú que eres la Reina de este Reino admíteme a vivir en él como hija tuya, a fin de que ya no esté desierto, sino poblado de hijos tuyos.
Soberana Reina, a ti me confío a fin de que Tú guíes mis pasos en el Reino del Querer Divino. Teniéndome tomada con tus manos maternas guía todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a Mamá mía te hago entrega de mi voluntad a fin de que Tú me la cambies por la Voluntad Divina, y así pueda yo estar segura de no salir de su Reino. Te pido que me ilumines para que yo pueda comprender bien qué significa Voluntad de Dios.

Ave María…
Florecilla del mes: En la mañana, a mediodía y en la tarde, es decir, tres veces al día, ir sobre las rodillas de nuestra Mamá Celestial y decirle: “Mamá mía, te amo; ámame Tú también, da un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.”

La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad.
Recibe el mandato de su Creador de poner a
salvo la suerte del género humano,.

El alma a al Divina Mandataria:

Heme aquí contigo, Mamá celestial, siento que no sé estar sin mi querida Mamá, mi pobre corazón está inquieto y sólo lo siento en paz cuando estoy en tu regazo, como pequeña bebita estrechada a tu corazón para escuchar tus lecciones, tu dulce acento me endulza todas mis amarguras y dulcemente ata mi voluntad, y poniéndola como escabel bajo la Divina Voluntad me hace sentir su dulce imperio, su Vida, su felicidad.

Lección de la celestial Mandataria:

Hija mía queridísima, debes saber que yo te amo mucho, confíate a tu Mamá y está segura que alcanzarás la victoria sobre tu voluntad; si tú me eres fiel, Yo tomaré todo el empeño sobre ti, te haré de verdadera Mamá, por eso escucha lo que hice por ti ante el Altísimo: Yo no hacía otra cosa que estarme sobre las rodillas de mi Padre celestial, Yo era pequeña, no había nacido aún, pero el Querer Divino del cual Yo poseía la Vida, me facilitaba mis visitas a mi Creador, para Mí, las puertas, los caminos estaban abiertos, Yo no tenía miedo ni temor de Ellos, sólo la voluntad humana pone miedo, temor, desconfianza, y aleja a la pobre criatura de Aquél que tanto la ama y que quiere estar rodeado por sus hijos. Así que si la criatura tiene miedo y teme y no sabe estar como hija ante su padre con su Creador, es señal de que la Divina Voluntad no reina en ella, y por eso son las torturadas, las mártires de la voluntad humana, por eso no hagas jamás tu voluntad, no quieras torturarte y martirizarte por ti misma, que es el más horrible de los martirios, sin sostén y sin fuerza. Por lo tanto escúchame, Yo me ponía en los brazos de la Divinidad, mucho más que me esperaban y hacían fiesta al verme; me amaban tanto, que al presentarme vertían otros mares de amor y de santidad en mi alma, no recuerdo haberme separado de Ellos sin que me agregaran otros dones sorprendentes.

Entonces, mientras estaba en sus brazos Yo rogaba por el género humano, y muchas veces con lágrimas y suspiros lloraba por ti hija mía y por todos, lloraba por tu voluntad rebelde, por tu triste suerte de verte puesta en la esclavitud de ella, que te hacía infeliz; ver infeliz a mi hija me hacía derramar lágrimas amargas, hasta bañar las manos de mi celestial Padre con mi llanto, y la Divinidad enternecida con mi llanto continuó a decirme: “Hija nuestra querida, tu amor nos ata, tus lágrimas extinguen el fuego de la divina justicia, tus oraciones nos atraen tanto hacia las criaturas que no te sabemos resistir, por eso te damos a ti el mandato de poner a salvo la suerte del género humano. Tú serás nuestra Mandataria en medio a ellos, a ti confiamos sus almas, Tú defenderás nuestros derechos lesionados por sus culpas, estarás en medio, entre ellos y Nosotros, para ajustar las partidas entre ambas partes. Sentimos en ti la fuerza invencible de nuestra Voluntad Divina que por medio tuyo ruega, llora, ¿quién te puede resistir? Tus plegarias son órdenes, tus lágrimas imperan sobre nuestro Ser Divino, por eso, adelante en tu empresa.”
Ahora hija mía queridísima, mi pequeño corazón se sentía consumir de amor ante los modos amorosos del hablar divino, y con todo amor acepté su mandato al decirles: “Majestad Altísima, estoy aquí entre vuestros brazos, dispongan de Mí como queráis, Yo pondré incluso la vida, y si tuviera tantas vidas por cuantas criaturas hay, Yo las pondría a disposición de ellas y vuestra, para llevarlas a todas salvas a vuestros brazos paternos. Y sin saber entonces que Yo debía ser la Madre del Verbo Divino, Yo sentía en Mí la doble maternidad, maternidad hacia Dios, para defender sus justos derechos; maternidad hacia las criaturas, para ponerlas a salvo. Me sentía madre de todos, el Querer Divino que reinaba en Mí, que no sabe hacer obras aisladas, ponía en mi a Dios y a todas las criaturas de todos los siglos, en mi materno corazón sentía a mi Dios ofendido que quería ser satisfecho, y sentía a las criaturas bajo el imperio de la justicia divina. ¡Oh! cuántas lágrimas derramé, quería hacer descender mis lágrimas en cada corazón para hacer sentir a todos mi maternidad toda de amor. Lloré por ti y por todos hija mía, por eso escúchame, ten piedad de mi llanto, toma mis lágrimas para apagar tus pasiones y para hacer que tu voluntad pierda la vida. ¡Ah! acepta mi mandato, es decir, que tú hagas siempre la Voluntad de tu Creador.

El alma:

Mamá celestial, mi pobre corazón no resiste al oír cuánto me amas. ¡Ah! me amas tanto, hasta llorar por mí, tus lágrimas las siento descender en mi corazón y como tantas heridas me hieren y me hacen comprender cuánto me amas, y yo quiero unir mis lágrimas a las tuyas y rogarte llorando que no me dejes jamás sola, que me vigiles en todo, y si es necesario, golpéame también, hazme de Mamá y yo como pequeña hija tuya todo aceptaré de ti, a fin de que tu mandato sea mi bienvenido y Tú puedas llevarme en tus brazos a nuestro Padre celestial, como acto cumplido de tu mandato divino.
Florecita: Hoy para honrarme me darás tu voluntad, tus penas, tus lágrimas, tus ansias, tus dudas y temores en mis manos maternas, a fin de que como Mamá tuya las tenga en depósito en mi corazón materno, como prendas de mi hija, y Yo te daré la preciosa prenda de la Divina Voluntad.

Jaculatoria: Mamá celestial, derrama tus lágrimas en mi alma, a fin de que me curen las heridas que me ha hecho mi voluntad.

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