"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


sábado, 13 de mayo de 2017

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DECIMO TERCER DIA

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
S.D. LUISA PICARRETA

http://www.divinavoluntad.info/Reina%20Espanol.htm

 FIAT ! ! !
DECIMO TERCER DIA
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Oración a la Reina del Cielo
Para cada día del mes de mayo.

Reina Inmaculada, Celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes en este mes a ti consagrado, la gracia más grande: Que me admitas a vivir en el Reino de la Divina Voluntad. Mamá Santa, Tú que eres la Reina de este Reino admíteme a vivir en él como hija tuya, a fin de que ya no esté desierto, sino poblado de hijos tuyos.



Soberana Reina, a ti me confío a fin de que Tú guíes mis pasos en el Reino del Querer Divino. Teniéndome tomada con tus manos maternas guía todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a Mamá mía te hago entrega de mi voluntad a fin de que Tú me la cambies por la Voluntad Divina, y así pueda yo estar segura de no salir de su Reino. Te pido que me ilumines para que yo pueda comprender bien qué significa Voluntad de Dios.

Ave María…






 Florecilla del mes: En la mañana, a mediodía y en la tarde, es decir, tres veces al día, ir sobre las rodillas de nuestra Mamá Celestial y decirle: “Mamá mía, te amo; ámame Tú también, da un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.”
La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad.
Parte del templo y da ejemplo de total triunfo en el sacrificio.
El alma a la Reina triunfante:
Mamá celestial, hoy vengo a postrarme ante ti para pedirte tu fuerza invencible, para que en todas mis penas, y Tú sabes cómo está lleno mi corazón de ellas, hasta sentirme ahogada, si Tú tanto amas el hacerme de Madre, toma mi corazón en tus manos y derrama en él el amor, las gracias, la fuerza de triunfar en mis penas, y convertirlas todas en Voluntad Divina.
Lección de la Reina triunfante:
Hija mía, ánimo, no temas, tu Mamá es toda para ti, y hoy te esperaba para que mi heroísmo y mi triunfo en el sacrificio, te infunda fortaleza y ánimo, y así pueda ver a mi hija triunfante en sus penas y con el heroísmo de soportarlas con amor y para cumplir la Divina Voluntad.
Ahora hija mía escúchame, Yo tenía apenas tres años, y mis padres me hicieron saber que querían consagrarme al Señor en el templo. Mi corazón se alegró al conocer esto, el consagrarme y pasar mis años en la casa de Dios, pero bajo mi alegría había un dolor, una privación de los más queridos que se pueden tener en la tierra, como eran mis queridos padres; era pequeña, tenía necesidad de sus cuidados maternales, me privaba de la presencia de dos grandes santos, y además veía que conforme se acercaba el día de privarse de Mí, que hacía su vida plena de alegría y de felicidad, sentían tal amargura de sentirse morir, pero aunque sufrían estaban dispuestos a hacer el acto heroico de conducirme al Señor.
Mis padres me amaban en orden a Dios y me tenían como un gran don dado a ellos por el Señor, y esto les dio la fuerza de cumplir el doloroso sacrificio. Por eso hija mía, si quieres tener fuerza invencible para sufrir las penas más duras, haz que todas las cosas tuyas sean en orden a Dios y tenlas como dones preciosos que te ha dado el Señor.
Ahora, tú debes saber que Yo con ánimo preparaba mi ida al templo, porque en cuanto entregué mi voluntad al Ser Divino y el Fiat Supremo tomó posesión de todo mi ser, Yo adquirí todas las virtudes en naturaleza, Yo era dominadora de Mí misma, todas las virtudes estaban en Mí como tantas nobles princesas, y de acuerdo a las circunstancias de mi vida prontamente se ofrecían para hacer su oficio sin ninguna resistencia. En vano me habrían llamado Reina si no hubiera tenido virtud de ser Reina sobre Mí misma, por eso Yo tenía en mi dominio la caridad perfecta, la paciencia invencible, la dulzura raptora, la humildad profunda y todo el ajuar de las otras virtudes. La Divina Voluntad volvió afortunada la pequeña tierra de mi humanidad, siempre florida y sin las espinas de los vicios. Ve entonces querida hija qué significa vivir de Voluntad Divina, su luz, su santidad y potencia convierten en naturaleza todas las virtudes, no se abaja a reinar en un alma donde hay una naturaleza rebelde, no, no, Ella es santidad, y donde debe reinar quiere la naturaleza ordenada y santa. Por eso el sacrificio de ir al templo eran conquistas que Yo hacía, y sobre el sacrificio venía formado en Mí el triunfo de una Voluntad Divina, y estos triunfos llevaban a Mí nuevos mares de gracia, de santidad y de luz, hasta sentirme feliz en mis penas, para poder conquistar nuevos triunfos.
Ahora hija mía, pon la mano sobre el corazón y dile a tu Mamá: ¿Sientes tu naturaleza cambiada en virtud? O bien ¿sientes las espinas de la impaciencia, las hierbas nocivas de la agitación, los malvados humores de los afectos no santos? Escucha, permite que actúe tu Mamá, dame tu voluntad en mis manos, decidida a no quererla más y Yo te haré poseer por la Voluntad Divina, la cual todo desterrará de ti, y lo que no has hecho en tantos años lo harás en un día, el cual será el principio de la verdadera vida, de la felicidad y de la verdadera santidad.
Ahora pon atención y escúchame, Yo dejé la casa de Nazaret acompañada por mis santos padres, al dejarla di una última mirada a aquella casita donde había nacido, para agradecer a mi Creador por haberme dado un lugar donde nacer y por dejarla en la Divina Voluntad, a fin de que mi infancia y tantos queridos recuerdos, porque Yo estando llena de razón todo comprendía, fueran todos custodiados por la Divina Voluntad y depositados en Ella como prenda de mi amor hacia Aquél que me había creado. Hija mía, el agradecer al Señor y poner nuestros actos en sus manos como prenda de nuestro amor, son nuevos canales de gracias y comunicaciones que se abren entre Dios y el alma, y el homenaje más bello que se puede rendir a quien tanto nos ama. Por eso aprende de Mí a agradecer al Señor de todo lo que dispone de ti, y en todo lo que estás por hacer sea tu palabra: “Gracias, ¡oh! Señor y pongo todo en tus manos.” Ahora, mientras todo dejé en el Fiat Divino, como reinaba en Mí y jamás me dejó ni un instante de mi vida, Yo los llevaba como en triunfo en mi pequeña alma, y ¡oh! los prodigios del Divino Querer, con su virtud conservante mantenía el orden de todos mis actos, pequeños y grandes y como en acto dentro de Mí, como triunfo suyo y mío, así que jamás perdí la memoria de uno solo de mis actos, y esto me daba tanta gloria y honor que me sentía Reina, porque cada acto mío hecho en la Divina Voluntad era más que sol, y Yo estaba adornada de luz, de felicidad, de alegría, Ella me llevaba su paraíso. Hija mía, el vivir de Voluntad Divina debería ser el deseo, el suspiro, y casi la pasión de todos, tanta es la belleza que se conquista y el bien que se siente. Todo lo contrario la voluntad humana, ella tiene la virtud de amargar a la pobre criatura, la oprime, forma la noche, camina a tientas, va siempre tropezando en el bien y muchas veces pierde la memoria del poco bien que ha hecho.
Ahora hija mía, Yo partí de la casa paterna con ánimo y desapego, porque Yo miré sólo el Querer Divino, en el cual tenía fijo mi corazón, y esto me bastó para todo, pero mientras caminaba para ir al templo, vi toda la Creación, y ¡oh! maravilla, sentí el latido de la Divina Voluntad en el sol, en el viento, en las estrellas, en el cielo, bajo mis pasos la sentí palpitante y el Fiat Divino que reinaba en Mí ordenó a toda la Creación, que como velo lo escondía, que todos se inclinaran y me hicieran honor de Reina, y todos se inclinaron dándome signos de sujeción, hasta la pequeña florecita del campo no se privó de darme su pequeño homenaje, Yo ponía todo en fiesta, y cuando por necesidad salía de la habitación, la Creación se ponía en acto de darme muestras de honor, y Yo era obligada a ordenar que estuviera en su puesto y que observara el orden de nuestro Creador.
Ahora escucha a tu Mamá, dime, ¿en tu corazón sientes la alegría, la paz, el desapego de todo y de todos, y el coraje que todo puedes hacer para cumplir la Divina Voluntad, de modo de sentir en ti fiesta continua? Hija mía, la paz, el desapego, el coraje, forman el vacío en el alma donde puede tomar lugar la Divina Voluntad, y Ella siendo intangible de cualquier pena, lleva la fiesta perenne a la criatura. Por eso, ánimo hija mía, dime que quieres vivir de Voluntad Divina y tu Mamá pensará en todo. Ahora, mañana te espero para decirte el modo como me comporté en el templo.
El alma:
Mamá santa, ayuda a tu hija, hazme una visita en mi alma y todo aquello que encuentres que no sea Voluntad de Dios, con tus manos maternas arráncalas de mí, quema las espinas, las hierbas nocivas, y Tú misma llama a la Divina Voluntad a reinar en mi alma, y con tu imperio vacíame de todo, infúndeme el coraje necesario para hacerme dar muerte a mi voluntad y yo confiando en ti te diré: “Quiero vivir de Voluntad Divina.”
Florecita: Hoy para honrarme me llamarás tres veces a visitar tu alma y me darás toda la libertad de hacer lo que quiero de ti, y tú me darás todos tus actos como prenda de amor por Mí, y Yo los depositaré en la Divina Voluntad, diciéndome cada vez: “Te amo Mamá mía.”
Jaculatoria: Soberana Reina, toma entre tus manos mi alma, vacíame de todo y transfórmala toda en Voluntad de Dios.
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