"En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesus quiere de vosotros. No extingais el Espiritu; no desprecies las profecias; examinadlo todo y quedados con lo bueno." 1 TESALONISENCES 5: 18-21

El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca." San Lucas 6:45

QUE LA PRECIOSA SANGRE QUE BROTA DE LA SAGRADA CABEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURIA, TABERNACULO DEL DIVINO CONOCIMIENTO Y LUZ DEL CIELO Y DE LA TIERRA NOS CUBRA AHORA Y SIEMPRE. AMEN+++

“OH JESUS, CUBREME CON TU INFINITA SANGRE PRECIOSA CADA INSTANTE DE MI VIDA. AMEN"


"Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y

escuchará tu oración. Padre Pio"


martes, 2 de mayo de 2017

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. SEGUNDO DIA

LA VIRGEN MARIA EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
S.D. LUISA PICARRETA

http://www.divinavoluntad.info/Reina%20Espanol.htm
FIAT ! ! !

SEGUNDO DIA.
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Oración a la Reina del Cielo
Para cada día del mes de mayo.

Reina Inmaculada, Celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes en este mes a ti consagrado, la gracia más grande: Que me admitas a vivir en el Reino de la Divina Voluntad. Mamá Santa, Tú que eres la Reina de este Reino admíteme a vivir en él como hija tuya, a fin de que ya no esté desierto, sino poblado de hijos tuyos.
Soberana Reina, a ti me confío a fin de que Tú guíes mis pasos en el Reino del Querer Divino. Teniéndome tomada con tus manos maternas guía todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a Mamá mía te hago entrega de mi voluntad a fin de que Tú me la cambies por la Voluntad Divina, y así pueda yo estar segura de no salir de su Reino. Te pido que me ilumines para que yo pueda comprender bien qué significa Voluntad de Dios.

Ave María…

Florecilla del mes: En la mañana, a mediodía y en la tarde, es decir, tres veces al día, ir sobre las rodillas de nuestra Mamá Celestial y decirle: “Mamá mía, te amo; ámame Tú también, da un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.”


El segundo paso de la Divina Voluntad en la Reina del Cielo.
La primera sonrisa de la Trinidad Sacrosanta ante
su Inmaculada Concepción.

El alma: Heme aquí de nuevo sobre tus rodillas maternas para escuchar tus lecciones. Mamá celestial, a tu potencia se confía esta pobre hija tuya, soy muy pobre, lo reconozco, pero sé que Tú me amas como Mamá, y esto me basta para arrojarme en tus brazos, a fin de que Tú tengas compasión de mí, y abriéndome los oídos del corazón me hagas oír tu voz dulcísima para darme tus sublimes lecciones. Tú, Mamá santa, purificarás mi corazón con el toque de tus dedos maternos, para que encierre en él el celestial rocío de tus celestiales enseñanzas.

Lección de la Reina del Cielo:

Hija mía, escúchame, si tú supieras cuánto te amo confiarías más en tu Mamá, y no dejarías escapar ni siquiera una sola de mis palabras, tú debes saber que no sólo te tengo escrita en mi corazón, sino que dentro de este corazón tengo una fibra materna que me hace amar más que madre a mi hija. Por eso quiero hacerte oír el gran prodigio que obró el Fiat Supremo en Mí, para que tú, imitándome, puedas darme el gran honor de ser mi hija reina. Cómo suspira mi corazón ahogado de amor el tener en torno a Mí la legión noble de las pequeñas reinas.

Por eso escúchame hija mía querida, en cuanto el Querer Divino se volcó sobre mi germen humano para impedir los tristes efectos de la culpa, la Divinidad sonrió, se puso en fiesta al ver mi germen, aquel germen humano puro y santo como salió de sus manos creadoras en la creación del hombre. Y el Fiat Divino hizo entonces el segundo paso en Mí, llevando éste mi germen humano, por Él purificado y santificado ante la Divinidad, a fin de que se volcara a torrentes sobre mi pequeñez en acto de ser concebida, y la Divinidad descubriendo en Mí, bella y pura su obra creadora, sonrió de complacencia y queriéndome festejar, el Padre celestial vertió en Mí mares de potencia, el Hijo mares de sabiduría, el Espíritu Santo mares de amor. Así que Yo quedé concebida en la luz interminable de la Divina Voluntad y en medio de estos mares divinos, que mi pequeñez, no pudiéndolos contener, formaba olas altísimas para enviarlas nuevamente como homenajes de amor y gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y la Trinidad estaba toda atenta sobre Mí, y para no dejarse vencer por Mí en amor, sonriéndome y acariciándome me enviaba otros mares, los cuales me embellecían tanto, que en cuanto fue formada mi pequeña humanidad adquirí la virtud de raptar a mi Creador, y se hacía verdaderamente raptar, tanto, que entre Dios y Yo hubo siempre fiesta, nada nos negábamos recíprocamente, Yo no le negué jamás nada, y Él tampoco. ¿Pero sabes tú quién me animaba con esta fuerza raptora? La Divina Voluntad que como vida reinaba en Mí, por eso la fuerza del Ser Supremo era la mía, y por eso teníamos igual fuerza para raptarnos mutuamente.

Ahora hija mía escucha a tu Mamá, debes saber que Yo te amo mucho y quisiera ver tu alma llena de mis mismos mares, estos mares míos están llenos y quieren verterse, pero para hacer esto debes vaciarte de tu querer, a fin de que el Querer Divino pueda hacer el segundo paso en ti, y constituyéndose como principio de vida en tu alma, llame la atención del Padre celestial, del Hijo y del Espíritu Santo para volcarse sobre ti con sus mares desbordantes, pero para hacer esto quieren encontrar en ti su misma Voluntad, porque no quieren confiar a tu voluntad humana sus mares de potencia, de sabiduría, de amor y de belleza indecibles. Hija querida, escucha a tu Mamá, pon la mano en tu corazón, dime tus secretos, ¿cuántas veces has sido infeliz, torturada, amargada, porque has hecho tu voluntad? Mira, tú has puesto fuera una Voluntad Divina y has caído en el laberinto de los males; Ella quería volverte pura y santa, feliz y bella, de una belleza encantadora, y tú con hacer tu voluntad le has hecho la guerra y con dolor la has puesto fuera de su querida habitación, la cual es tu alma. Escucha hija de mi corazón, esto es un dolor para tu Mamá, el no ver en ti el Sol del Fiat Divino sino las densas tinieblas de la noche de tu voluntad humana. Pero ten valor, si tú me prometes darme tu voluntad en mis manos, Yo, tu Mamá celestial, te tomaré en mis brazos, te pondré sobre mis rodillas y reordenaré en ti la Vida de la Divina Voluntad, y también tú, después de tantas lágrimas mías formarás mi sonrisa, mi fiesta, y la sonrisa y la fiesta de la Trinidad Sacrosanta.

El almaMamá celestial, si tanto me amas te ruego que no permitas que yo descienda de tus rodillas maternas, y cuando veas que estoy por hacer mi voluntad, vigila mi pobre alma y encerrándome en tu corazón, la fuerza de tu amor queme mi querer, así cambiaré tus lágrimas en sonrisas de complacencia.

Florecita: Hoy para honrarme vendrás tres veces sobre mis rodillas, entregándome tu querer diciéndome: “Mamá mía, quiero que mi voluntad sea tuya, a fin de que me la cambies por la Voluntad Divina.”

Jaculatoria: “Soberana Reina, con tu imperio divino abate mi voluntad, a fin de que surja en mí el germen de la Divina Voluntad.

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FIAT ! ! !


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